Jueves, 13 de octubre 2016
La IV Asamblea continental de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) de América se llevó a cabo del 18 al 24 de septiembre en la Ciudad de México, en la casa provincial de los misioneros combonianos. Participaron en la reunión 27 LMC procedentes de los Estados Unidos (USA), Brasil, Guatemala, Perú y México. Estaban presentes también los combonianos que trabajan con los LMC en sus respectivos países, una comboniana, Hna. Saby Embaye Ghidey, y los coordinadores de los LMC a nivel general, Alberto de la Portilla y P. Arlindo Pinto. El tema general del encuentro fue “La vocación LMC, identidad y compromiso con la misión a partir de América”.

 

Los nuevos miembros
del Comité Continental:
Martha Cruz Morales (México)
y Ana Mireya Soto Urizar (Guatemala).

 

El 21 de Septiembre celebraron la Misa como acción de gracias por el encuentro internacional de los LMC del Continente Americano, en la Basílica de N. S. de Guadalupe, Ciudad de México.

El P. Erasmo Norberto Bautista Lucas, Superior Provincial de la provincia mexicana de los Misioneros Combonianos, presidió la Eucaristía, que tuvo como concelebrantes los padres combonianos José Manuel Baeza Gama, Superior Provincial de la provincia norteamericana; Arlindo Ferreira Pinto, de la Curia General en Roma; Laureano Rojo Buxonat, responsable de los LMC en la provincia de México; y P. Valentín García, responsable de los LMC en la Provincia de Perú-Chile. Publicamos a continuación la homilía del P. Erasmo.

Misa en la Basílica de N. S. de Guadalupe,
Ciudad de México
21 de Septiembre de 2016

Saludo al inicio de la celebración eucarística

Estimados hermanos, queridos y queridas LCM: nos congregamos alrededor de la mesa del Señor esta tarde bajo la mirada maternal de Nuestra Madre Santísima de Guadalupe llevando en nuestro corazón estas tres palabras clave: gratitud, oración, misión. Gratitud, porque cada uno de nosotros tiene tantas bendiciones que agradecer al Señor; oración, porque traemos al corazón de Cristo Jesús y de María de Guadalupe el ruego, la súplica y las peticiones propias, y de las personas que conocemos, por sus necesidades; misión, porque con el santo impulso del Espíritu Santo y la prontitud de María queremos abrazar con renovado fervor el servicio a la misión. A la intercesión de San Daniel Comboni encomendamos nuestros propósitos.


P. Valentín García,
P. Arlindo Ferreira Pinto,
P. Erasmo Norberto Bautista Lucas,
P. Laureano Rojo Buxonat,
y P. José Manuel Baeza Gama.

 

Homilía
de P. Erasmo Norberto Bautista Lucas

Esta tarde nos acordamos del apóstol y evangelista san Mateo. Con ello recordamos la historia de una vocación. Mateo mismo, en su evangelio, nos platica cómo fue el encuentro que transformó rotundamente su vida. Narrándonos la vida y las obras del Buen Pastor del Corazón traspasado, nos introduce en ese intercambio de miradas entre Jesús y él, intercambio que causó un giro radical en su existencia. Un día, como otro cualquiera, mientras estaba en su trabajo, sentado en la mesa de la recaudación de los impuestos, Jesús pasaba, lo vio, se le acercó y le dijo: Sígueme. Y él, levantándose, lo siguió. Tres palabras clave para recoger el mensaje del Señor para nosotros como fuente inspiradora y orientadora de nuestra actitud y labor misionera: mirar a las personas. Detenerse ante ellas. Invitarlas: mirar, detenerse, invitar.

Jesús lo miró. La mirada de Jesús tuvo tal fuerza de amor que movilizó a Mateo. Qué fuerza de amor han de haber tenido los ojos de Jesús que levantaron a Mateo. Sabemos que Mateo era un publicano; recaudaba impuestos de los judíos para dárseos a los romanos.  Por esto motivo el publicano era marginado y llevado a vivir apartado y despreciado por los demás integrantes de la sociedad. Con los publicanos había que evitar comer, hablar, y sobre todo orar, en una palabra evitar cualquier contacto.

Pero Jesús, acercándose a Mateo, se detuvo ante él. Lo miró sin prisa, sin precipitación, con paz. Lo miró con ojos de misericordia. Lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esa su mirada abrió su corazón, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida, un modo nuevo de ver las cosas y de mirar a los demás, como a Zaqueo, a Bartimeo, a Maria Magdalena, a Pedro y también a cada uno de nosotros.

Jesús siempre nos mira primero; siempre se nos adelanta saliéndonos al paso en la vida cotidiana, ahí donde nos encontramos. Al igual que Mateo y muchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su mirada. Por ello es aconsejable que en algún momento de nuestra vida, en algún instante de nuestro trajín diario, hagamos un momento de silencio para recordar con gratitud, gozo y alegría aquellas circunstancias, aquel momento en que la mirada misericordiosa de Dios vino a parar a  ti, a mí, a nosotros. El amor de Jesús nos precede. Su mirada se adelanta a nuestra necesidad. El sabe ver más allá del fracaso, de la indignidad, por encima de la categoría social a la que podamos pertenecer, en una palabra, más allá del pecado. El ve esa dignidad de hija, de hijo que todos tenemos, tal vez estropeada por el pecado, pero siempre presente en el fondo más recóndito de nuestro ser. Es nuestra dignidad de hijos, de hijas. El ha venido precisamente a buscar a todos aquellos que se reconocen indignos de la mirada de Dios, de la mirada de sus semejantes, indignos de los demás. Con su experiencia, Mateo nos a invita a  dejarnos mirar por Jesús. Dejemos, pues,  que su mirada recorra nuestras calles, nuestros hogares, nuestra familia, nuestro grupo como LMC.  Dejemos que su mirada nos devuelva la alegría, la esperanza, el gozo de sabernos apóstoles, misioneras, misioneros.

Después de mirarlo con misericordia, deteniéndose ante él, Jesús le dijo a Mateo. “Sígueme”. Y Mateo se levantó y lo siguió. Tras la mirada, la palabra, tras el amor, la invitación y el envío. El encuentro con Jesús, con su amor misericordioso, trasformó a Mateo. Atrás queda el banco de los impuestos, el dinero, la dolorosa experiencia de la exclusión. Hasta ahora Mateo esperaba sentado para recaudar, para sacarle a los otros, ahora con Jesús tiene que levantarse para dar, para entregar, para compartir con Él vida, misión y destino, para entregarse, como Jesús, a los demás. Mirado por Jesús, Mateo encontró la alegría de salir al encuentro de sus semejantes con otra actitud, con otros sentimientos, con entrañas de comprensión, de empatía, de comunicación.

Para Mateo, y para todo aquel que ha sentido la mirada de Jesús, sus conciudadanos no son aquellos a los que se usa, y de los que se abusa. La mirada de Jesús genera una actividad misionera, de servicio, de entrega. Su amor cura nuestras miopías y nos estimula, queridas hermanas y hermanos laicos misioneros combonianos, a mirar más allá de las propias fronteras, hacia la otra orilla, encaminándonos, alentándonos, tomándonos con paciencia y comprensión. En esto Jesús se nos adelanta, nos precede, abre el camino y nos invita a seguirlo, a ir lentamente superando nuestros prejuicios, nuestras resistencias al cambio de los demás e incluso de nosotros mismos. Día a día nos desafía con una pregunta: ¿crees? ¿Crees que es posible que un recaudador de impuestos se transforme en servidor?  ¿Crees que es posible que el hijo de un carpintero sea el Hijo de Dios? Su corazón transforma nuestras miradas, sus entrañas de misericordia cambian nuestro corazón, purifican nuestra mente y limpian nuestro corazón. Por eso San Daniel Comboni nos invita a tener siempre fijos nuestros ojos en Jesucristo, amándolo tiernamente y procurando comprender siempre mejor qué quiere decir un Dios muerto en la cruz por la salvación de las almas. Y a renovar de este modo el ofrecimiento de sí mismo, de la propia salud y de la propia vida a Dios, con humildad y confianza en su gracia.

Dejémonos mirar por Jesús, el Señor, en la oración, en la Eucaristía, en el encuentro con los hermanos más pobres, indefensos, desamparados, de nuestro alrededor, en aquellos que se sienten dejados, más solos, al margen de las cosas importantes para el mundo de las ambiciones desmedidas. Y aprendamos a mirar como Él nos mira. Compartamos su ternura y su misericordia con los enfermos, los presos, los ancianos, o las familias en dificultad. Una y otra vez estamos llamados a aprender de Jesús que mira siempre lo más auténtico que vive en cada persona, que es precisamente la imagen de su Padre.

Demos gracias a la Providencia Divina por el esfuerzo y sacrificio de ustedes, LMC, que trabajan para llevar a todos, aún en los sitios más apartados, la palabra y la presencia de Cristo, creando espacios de encuentro, de oración, de escucha de la Palabra, de catequesis, de instrucción y de vida de comunidad, esperanza como reza el emblema de un centro LMC en Brasil.  Son pequeños signos de la presencia de la iglesia samaritana  y misericordiosa en nuestras regiones y campos de labor apostólica y una ayuda cotidiana para tornar realidad las palabras del apóstol Pablo: “Les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido convocados. Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos, sobrellevándose mutuamente con amor; esfuércense en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz” (Ef. 4, 2).

Dirigimos ahora  la mirada de nuestros ojos, pero sobre todo la de nuestro corazón creyente y esperanzado, a nuestra Madre Santísima de Guadalupe a quien México, y todas las naciones de este continente con sus diversas advocaciones a la Madre del Redentor, acogió en sus brazos y le abrió sus puertas para siempre ya desde en la aurora del Evangelio en estas tierras. A ella le suplicamos que mantenga sobre todas y todos los LMC, hijas e hijos de estas nobles naciones de América, su mirada maternal, y que “sus ojos misericordiosos” estén siempre atentos a cada una, a cada uno de ustedes, sus hogares, sus familias, sus amistadas, a las personas que puedan estar sintiendo, aquí y ahora mismo, que para ellas no hay posada  dignamente humana en este mundo, en esta vida, en esta realidad llena de aflicciones e injusticias. Que María de Guadalupe, nuestra dulce y santa Madre,  nos proteja a todos como cuidó a Jesús en su amor y lo arrulló con su cariño. Y que ella nos enseñe a mirar a los demás como Jesús miró a Mateo, como él nos miró a cada uno de nosotros desde el instante en que fuimos llamados a la existencia,  a la vida sobre natural por el bautismo, a compartir vida, carisma y misión.

Segundo día
del encuentro de los LMC América

Hemos comenzado el día con la misa de todo el grupo viviendo el compromiso con la acción misionera. Se resalta la idea que el LMC es misionero siempre, cuando está en su país y cuando sale fuera.

Las actividades del día comenzaron con el trabajo de grupos en base al cuestionario enviado previamente para este IV Encuentro. Cada grupo ha trabajado unos puntos del informe que se trajo para este Encuentro. En la puesta en común todos nos enriquecemos para comparar con lo que se hace en nuestro país. Siempre es enriquecedor ver lo que hacen otros para progresar en este campo. Cada secretario de grupo expone con claridad lo tratado.

En la segunda parte de la mañana retomamos el informe de los diferentes países a raíz de los acuerdos de Guatemala.

El grupo de Colombia no se encuentra presente en el Encuentro, sus aportaciones las han hecho por escrito y leídas por Alberto. Fisher, por parte de Perú, hace el informe que es seguido por un breve diálogo. México hace su informe muy bien presentado con algo de diálogo. La NAP presenta su informe mediante Yessenia que lo hace en representación de Paul Wheeler. Brasil hace también su informe por medio de Cristina, representante de Brasil y del equipo continental.

Guatemala presenta su informe por medio de Mirella, su coordinadora.

A continuación viene un trabajo de grupos para responder los aspectos que faltaban.

En el plenario, los grupos exponen lo acordado en los trabajos de grupo quedando trabajado todo lo acordado en el Encuentro de Guatemala. Después de cada exposición se sigue un fructífero diálogo de aclaración a lo tratado en el grupo.

 

Tercer día
del encuentro de los LMC América

La oración de la mañana marcó el inicio del día con una colorida dinámica que nos ayudó comenzar el día con mucho optimismo.

Los trabajos de este día fueron en 5 grupos para contextualizar y sintetizar los diferentes puntos acordados previamente.

La segunda parte de la mañana la hemos empleado para formarnos bien en el uso de nuestra página web (www.lmcomboni.org). El coordinador del comité central, Alberto de la Portilla, nos explicó a la Asamblea el correcto funcionamiento y las grandes ventajas y posibilidades que ofrece nuestra página web en sus diferentes campos. Nos anima a usar este medio para facilitarnos el trabajo, sobre todo, en la formación y en la comunicación.

Esta página es un valioso instrumento para comunicarnos y acceder todos los contenidos que nos puedan interesar para estar al día en todo lo que es la misión LMC y comboniana.

La tarde de este día la hemos empleado en la esperada visita al Santuario de la virgen de Guadalupe. Este acto constituyó toda una peregrinación del grupo LMC a este santuario mariano, emblema del pueblo mexicano.

La misa fue muy emocionante y muy participativa de todos nosotros. Fue presidida por el Provincial de México y concelebrada por los cuatro sacerdotes combonianos participantes al Encuentro.

Esta visita a Guadalupe constituyo una inyección de espiritualidad misionera a todo el grupo LMC.

Al finalizar, visitamos a las Hermanas Combonianas en su casa Provincial de La Villa. Con ellas festejamos con mucha alegría la elección de su nueva Superiora General en el Capítulo que tienen en Roma.

 

Cuarto día
del encuentro LMC América

La Misa a las 7 de la mañana, marcó el comienzo del día. Invocamos a Daniel Comboni para que todos nosotros LMC vivamos el estilo de misión que él tuvo en su vida.

Hemos comenzado la jornada con algunos testimonios misioneros LMC. Carol presenta el trabajo que hacen entre los Mistecos… Las dificultades allí no son pocas. Las misioneras acompañan al pueblo en todo. Respetan su cultura y trabajan desde su cultura y contexto.

Luego, por parte del Cenamis, recibimos un Taller de formación pastoral indígena  por el profesor Juan Manuel García. Hicimos un trabajo de grupos reflexionando sobre la situación de esta pastoral en México. Todos los grupos coinciden en que han sido marginados, y actualmente olvidados. “El corazón de Dios se abre a alguien que le quiere conocer”.

Estuvimos toda la mañana con este profesor que nos orienta en todo lo referente a la pastoral indígena, desafíos y aprendizaje. Tuvimos un enriquecedor diálogo que nos ayuda a conocer mejor esta pastoral.

Al finalizar la mañana, Minerva nos da su testimonio misionero como LMC en zona indígena.

La tarde de este día la dedicamos a formarnos en el tema de la comunicación. Nos dieron el taller dos psicólogos. Lo amenizaron con dinámicas que enriquecían la explicación. El sistema que usaron fue el de la interacción con el grupo.

 

Concluyendo
el encuentro LMC de América

Hemos comenzado el día de sábado con la Misa que preside el P. Arlindo Pinto con mucha originalidad, y que da colorido a esta celebración.

Las actividades de la mañana comienzan siendo orientadas a la explicación del funcionamiento del comité central, el comité continental y los grupos de cada país. Nos dirige todo este proceso Alberto de la Portilla. Es seguido de un diálogo enriquecedor.

A continuación nos encontramos en asamblea los coordinadores y asesores continentales con el coordinador general para debatir aspectos importantes de organización que hemos tratado anteriormente en el Encuentro. Están presentes también los demás miembros asistentes al Encuentro. Luego votamos a los dos miembros del comité continental. Salen elegidos por unanimidad: Marta de México y Mireya de Guatemala.

Después pasamos a aprobar las mociones trabajadas en días anteriores en base al documento de Guatemala. Esto es para el documento final Continental. Vamos revisando con mucho diálogo todas las mociones de los grupos de estos días pasados. Esto nos lleva casi toda la mañana y la tarde.

Al inicio de la tarde nos tomamos la foto oficial del Encuentro.

La oración de la tarde constituye el final de la jornada de este viernes, penúltimo día del Encuentro.

Por la noche tenemos una entretenida celebración festiva con mariachis como finalización del Encuentro.