Viernes, 1 de noviembre 2019
«En América Latina y Europa, ustedes no tienen ni idea de las atrocidades y angustias que vivimos nosotros en el África. Nosotros estamos enfrentados a muchos de los desafíos similares a los que se viven en la Amazonia. En concreto, por ejemplo, vivimos la explotación minera de una manera brutal y todo el tema ecológico, que ahora se está agravando mucho con las empresas que vienen de fuera» nos comenta el religioso comboniano Jesús Ruiz Molina, Obispo auxiliar de la Diócesis de Bangassou en la República Centroafricana, en un breve diálogo con la Red Iglesias y Minería. Además, aborda la situación de la mujer, la esclavitud del pueblo pigmeo y la guerra interna que lleva ya más de 7 años.
Cuando el Papa convocó al Sínodo de la Amazonía, para nosotros en el África fue de mucha alegría. Yo siempre pensé que había grandes similitudes entre lo que está viviendo la Amazonia y nosotros. Nosotros en la República Centroafricana, vivimos en la cuenca del Congo, que es el segundo pulmón de la humanidad, después de la Amazonia.
El pueblo pigmeo vive hoy en esclavitud
Yo he trabajado durante nueve años con los pueblos pigmeos. Pueblos que son los primeros pobladores de la cuenca del Congo. Los primeros pobladores de África, y la situación que están viviendo de exclusión y de aniquilamiento estos pueblos es algo que creo de alguna manera lo recoge el Sínodo.
El pueblo Pigmeo es un pueblo que ha vivido siempre en la selva, su hábitat natural. Al llegar la industria maderera y la minera, pues les han expulsado de su hábitat que era la selva y han tenido que salir a cohabitar con los pueblos bantús. Los pueblos bantús, los consideran como no personas y la explotación que sufren los pigmeos es terrible.
Muchas familias tienen pigmeos que les pertenecen a ellos. Son sus pigmeos: trabajan para ellos, viven para ellos. Y sólo les dan la comida. Es una situación casi de semi esclavitud. Y cuando un pigmeo hace una falta, puedes herirle tranquilamente, incluso amputarle una mano.
Es una situación en la que nosotros hemos trabajado mucho desde la Comisión de Justicia y Paz, para la defensa del pueblo pigmeo, porque ellos estaban en un hábitat donde se sentían a gusto, lo dominaban, vivían en la selva en una simbiosis muy bonita. Pero al echarles de este hábitat, tuvieron que encontrarse con el dinero, empezar a negociar con el dinero, empezar a negociar con la relación del trabajo, con la escuela, la medicina y ellos no estaban preparados en este sentido.
Quedan pocos pigmeos ya, en mi parroquia tendremos entre tres mil quinientos a cuatro mil y en total deben ser unos 30 habitantes. Son pueblos que son nómades. Entonces, ellos no tienen fronteras, de Centro África, pasan al Congo, del Congo a Camerún. Están siempre en movimiento, son nómades. Pero se trata de un pueblo, son los primeros pobladores de África y prácticamente se les está expulsando y se les considera como no personas.
Empresas transnacionales destrozan la selva de la cuenca del Congo
La expulsión de los pigmeos de sus tierras, la iniciaron con fuerza las empresas madereras. Estaba Francia, estaba Líbano, estaban los portugueses y ahora han llegado los chinos. Son empresas que horadan (arrasan) toda la selva.
Nosotros llevamos, desgraciadamente siete años en una guerra civil. O mejor dicho una guerra incivil, porque todas las guerras son inciviles, ¿no? Y, en esta guerra, a nivel ecológico es un desastre. Porque teníamos una gran fauna, teníamos las reservas de gorilas, teníamos elefantes y ha desaparecido todo eso, ha desaparecido, y el miedo que tenemos es que está desapareciendo la selva.
Los incendios que se han visto en la Amazonia, por ejemplo, allá son muy corrientes. Ver esos incendios que duran semanas y semanas y semanas. Pero, al no tener un gobierno estable que defienda, pues cada quien hace lo que puede. Hay mucho cazador furtivo, gente que se aprovecha.
Pero lo que yo digo es que es muy fuerte lo que está ocurriendo con las empresas chinas para la extracción del oro, los diamantes y el uranio. En cuanto al oro y los diamantes, desde la Conferencia Episcopal hemos denunciado, en el mes de junio, que estas empresas han cambiado el curso de los ríos. EL río iba en una dirección y ahora va en otra dirección. Con sus máquinas han cambiado el curso, para extraer arena y buscar el oro.
Han cambiado el curso de los ríos a tal punto que estos ríos están plagados totalmente de minerales como el mercurio que son nocivos a la salud de las personas. Tuvimos en una población el hecho de que casi todas las mujeres abortaban. Abortaban, porque la gente bebe el agua de los ríos infectados.
Entonces, fuimos hasta la presidencia y en la presidencia nos acusaron a nosotros de ser traficantes. Metieron a la cárcel al padre carmelita que denunció esto en Youtube. Pero, gracias a Dios, cuatro meses después el parlamento acogió el tema y han parado a la empresa china.
Pero en la vicepresidencia lo único que nos dijeron es: “miren, para hacer la tortilla, hay que romper los huevos”, decían. Esta empresa tiene licencias legales que no han pasado a las arcas del estado.
Es lo que está pasando en África al no tener un gobierno estable, al no tener un ejército, pues todas estas empresas chinas y rusas ahora, se están apropiando al máximo de todos los yacimientos, de todas las reservas, pero sobre todo con desastres ecológicos que no tendrán vuelta de hoja, ¿no?
Desafíos pastorales
Uno de los grandes desafíos es que en el África no podemos anunciar el Evangelio sin el tema de la justicia. Estoy hablando de situaciones como las que yo estoy viviendo en la República Centroafricana, donde llevamos 7 años en una guerra, donde en estos momentos hay 14 grupos armados. Estos 14 grupos armados son mercenarios que vienen de otros países. Donde Rusia es quien gobierna nuestro país, donde China está entrando con sus intereses por todos los lados. Entonces, anunciar el evangelio, sin denunciar estas injusticias no es posible.
El otro tema, a nivel pastoral, es el aspecto ecológico. Nunca hemos sido sensibles a este aspecto. Yo creo que el Papa nos ha ayudado a abrir los ojos sobre esto. La “Laudato Si”, la defensa de la tierra. Creo que cada vez somos más sensibles a este tema. Creo que las generaciones futuras están hipotecadas, estamos hipotecando la generación futura.
Entonces estos serían los temas: Justicia, ecología y también los demás desafíos pastorales que pueden tener poblaciones aisladas. Yo he llegado a muchas localidades de mi diócesis donde la gente tiene acceso a la Eucaristía una vez al año, porque no hay sacerdotes. Estoy hablando de una diócesis de más de 800 kilómetros, en donde sólo podemos ir en avioneta. Son distancias enormes, donde es muy difícil tener la Eucaristía.
La formación de líderes es otro de los desafíos grandes que tenemos. Porque estamos hablando de un país donde el sistema educativo está parado desde hace 7 años. Entonces, si tienes todo el sistema educativo parado, cómo vas a formar a laicos. Ese es un gran desafío que tenemos, formar a los laicos, tener un laicado fuerte. Pero claro tenemos que dar el primer paso, que puedan acceder a leer y escribir.
La situación de la mujer
Yo creo que otro de los problemas que tenemos como iglesia es el clericalismo. Estamos hablando de África, donde, hay un sistema jerárquico fuerte, patriarcal. EL tema de la mujer es un tema muy despreciado, muy despreciado en sí.
Dentro de la iglesia se intenta promover ciertos ministerios, dar voz a la mujer. Pero, hay trabajo muy grande, muy grande por hacer. La mujer, en África, y creo que en otros continentes también, es la que lleva todo el peso. Decimos que “si las mujeres bajaran las manos el cielo se caería, el cielo se caería”
La mujer, en un sistema patriarcal es siempre despreciada. Desgraciadamente, en los países donde estamos en guerra, la mujer se ha convertido en una gran arma para destruir al otro. Con las violaciones masivas a mujeres y niñas, con la destrucción de la mujer. Es un arma que se utiliza en casi todas las guerras, y en África también.
Trabajar por la dignidad de la mujer es otro de los grandes desafíos que tenemos allá en la Iglesia africana. Tenemos que cambiar el clericalismo. Nuestra iglesia africana tiene bastante de clericalismo, por las connotaciones que llevamos de una sociedad patriarcal, de una sociedad muy autoritaria.
[Iglesias y mineria]