INTRODUCCIÓN

Los Hermanos Misioneros Combonianos que trabajamos en el continente americano, en diferentes momentos de nuestro caminar en estas tierras, nos hemos encontrado en nuestras respectivas provincias y delegaciones. Algunos con mayor constancia y periodicidad, otros menos, pero el espíritu de búsqueda fraterna de caminos nuevos en nuestro continente, siempre ha estado presente. No olvidamos que en las perspectivas iniciales de nuestro Instituto, a la hora de enviar a misiones a un Hermano a tierras americanas, el perfil que prevalecía era la de un Hermano Catequista. Mientras que para África prevalecía el perfil del Hermano técnico, artesano o profesional. Estas dos perspectivas hacían parecer que había dos tipos de Hermanos en el Instituto, y esto ha ocasionado no pocos malentendidos entre nosotros.

En enero del año pasado (2006), motivados por el proceso de renovación que está impulsando nuestro Instituto a través de la Ratio Missionis, los Hermanos de la provincia del Ecuador y de la Delegación de Colombia, nos encontramos en Bogotá para analizar los aportes y las resonancias que este proceso (Ratio Missionis) nos estaba dando en la etapa del VER. Ese encuentro nos dio pistas y desafíos que decidimos compartir con los demás Hermanos que se encuentran trabajando en el continente y también con todo el Instituto. Apoyados por el Hermano del Consejo General en ése tiempo (Hno. Hernán Romero Arias) decidimos abrir el camino de reflexión a nivel continental, de tal manera que el proceso de la Ratio Missionis se convierta en un proceso diálogo intercultural, de reflexión, formación permanente y de actualización de nuestra vocación de Hermanos en este continente y en el Instituto mismo.

En esta perspectiva se decidió realizar el primer encuentro continental de Hermanos en Bogotá en enero del 2007 para dar inicio a un camino continental de Hermanos. Nos reunimos de dos provincias (Ecuador, Perú) y dos delegaciones (Colombia, Centroamérica). Estamos conscientes de que estamos haciendo un camino en “espiral” que poco a poco – tenemos la esperanza en los provinciales y en la Dirección General – irá incluyendo a más provincias y más Hermanos en nuestro continente.

El encuentro del 2006 y este último encuentro (2007), ha desembocado en una propuesta concreta de renovación y contextualización de nuestra vocación de Hermanos en América Latina. La propuesta aterriza en las Obras Combonianas de Promoción Humana (OCPH), de la cuales, una ya está dando sus primeros pasos en Guayaquil, Ecuador, enfocada al acompañamiento de los afrodescendientes. Una más que iniciará en Brasil, de la cual se espera aún focalizar bien los ámbitos y los destinatarios preferenciales. Y una más – como apoyada por todos los Hermanos participantes, la Dirección General, y los provinciales del continente - en Bogotá enfocada en la formación de base y permanente y a la Justicia y la Paz.

El camino que como Hermanos hemos iniciado a nivel continental pretende responder básicamente a dos preguntas: ¿Con qué espíritu debemos asumir nuestra presencia en este continente? ¿Con qué rostro nos vamos a presentar ante la Iglesia y la sociedad de América Latina? En este encuentro intentamos dar algunas respuestas a partir de nuestras experiencias y los resultados fueron los siguientes:

I. ELEMENTOS IRRENUNCIABLES DE NUESTRA VOCACIÓN

Ante la variedad de interpretaciones y modos de vivir nuestra vocación de Hermano Misionero Comboniano debido a nuestras culturas, edades y preparación técnica y profesional, vemos la necesidad de individuar – a partir de nuestras experiencias vividas en diferentes países y de la Tradición de nuestro Instituto – algunos elementos irrenunciables y en continuidad con nuestra vocación independientemente de un sentir y una interpretación personales.

1. Dimensiones fundamentales de nuestra vocación de Hermanos
En sintonía con los numerales 53-55 de los Documentos Capitulares de 2003, en los que se nos invita a acoger la iniciativa de Dios como los hizo Comboni, creemos que son indispensables, para nuestra vocación de Hermanos, las siguientes dimensiones:

• Acoger la vocación como llamado de Dios a la santidad en la Vida Consagrada (Consagración)
• El Servicio a Dios en los pobres según el espíritu del Buen Samaritano (Donación)
• El Martirio (Testimonio)
• La Inserción (Ser y estar con. Ser uno más)
• La Humanidad (atención a lo humano)
• La escucha y lectura sapiencial de la realidad (Atención a los signos de los tiempos)
• La inculturación (Encarnación. Afectarse, Involucrarse)
• La Profesión y formación permanente (Capacidad)

2. Pilares de la espiritualidad.
En la vida concreta del misionero, el ser y el hacer son dos dimensiones que se desafían y se funden continuamente. En la programación personal y comunitaria cultivamos una visión contemplativa del apostolado y de la Promoción Humana, y una visión apostólica de todo el camino espiritual, evitando así el activismo desenfrenado y un espiritualismo desencarnado. (AC03 nº 98) Teniendo presente estas indicaciones del Capítulo consideramos que nuestra espiritualidad debe estar sostenida por los siguientes pilares:

• Encuentro con Jesucristo Hermano y Misionero del Padre (Encarnación como proceso de filiación. Paternidad, Filiación y Fraternidad).
• La oración y la contemplación como relación profunda con Dios y con el ser humano.
• El pobre como revelación de Dios (Los pobres y abandonados como lo propio de nuestro Carisma).
• La Eucaristía como fuente de comunidad y fraternidad.
• Encuentro con la misericordia de Dios. ( El Corazón Traspasado de Cristo Buen Pastor como inspiración y herencia del Fundador)
• La Palabra de Dios como fuente y herramienta de la misión.
• Encuentro – relación efectiva y afectiva con Daniel Comboni (Iconos combonianos)
• La Kénosis (Capacidad de hacerse uno de tantos, rebajarse, humanizarse dentro y fuera de la comunidad comboniana) (Flp. 2)

3. Estilo de misión
La pluralidad de los campos de trabajo, de culturas y de contextos religiosos, así como las situaciones en cambio constante en las que vivimos son una continua fuente de desafío y de estímulos para renovar nuestra metodología comboniana. Esto determina cómo y con qué medios realizar nuestro servicio misionero. (AC03 nº97) Por eso consideramos que los siguientes elementos no deben faltar en nuestro estilo de misión:

• Inserción
• Inculturación
• Acompañamiento en la cotidianidad de la gente (compañero de camino).
• Cercanía a la gente
• Escucha a la gente
• Ser, hacer y estar con la gente
• En comunidad y construir comunidad.
• Ayuda concreta y material
• *Ayuda a encontrar al Dios de Jesucristo en el Dios de la gente (Redescubrimiento de la cultura desde el Dios de Jesucristo).
• Profesión como medio para construir el Reino.
• Servicio diferenciado según el contexto y la persona.
• Presencia orante.
• Compartir cultural.
• Acompañar en el dolor.
• Sencillez personal y de estructuras.
• Facilitador de la comunión en y de la Familia Comboniana.

4. Concepto de misión
Comboni, con su lema “regenerar África con África”, estaba convencido de que la liberación y regeneración de África estaban profundamente unidas a la persona de Jesús y su Evangelio, teniendo a los africanos como protagonistas de su propia historia. Las realidades humanas de pobreza y abandono, regeneradas por el encuentro con Cristo, se convierten a su vez en protagonistas de la regeneración de otras situaciones. (AC03 nº 39)
Este es el concepto de misión que asumimos como Hermanos y por eso creemos que no deben faltar estos elementos:

• Enseñar a llamar y a relacionarse con Dios Papá y Mamá y con Jesucristo como hermano (Construir fraternidad).
• Integración de las diferentes dimensiones de la persona desde la fe en Jesucristo Hermano y Misionero
• Ayuda concreta y material.
• Ayudar al pueblo a hacer memoria histórica y encontrarse con Dios en esa historia.
• Acompañar procesos y sanar heridas humanas y espirituales.
• Convivencia y compartir intercultural.
• Diálogo – escucha.
• Camino solidario.
• Colaborar en la construcción del reino de Justicia y Paz y salvaguarda de la Creación a través del anuncio, la denuncia y acciones concretas.
• Salvar África con África.

5. Ámbitos de la misión
Somos enviados a los pueblos y grupos humanos más pobres y marginados, realidad de minorías no alcanzadas por la Iglesia o descuidadas por la sociedad; grupos todavía no (o no suficientemente) evangelizados, que viven en las fronteras de la pobreza por causas históricas y por los efectos negativos de la globalización y de la economía de mercado. Comboni había identificado estos pueblos con la Nigrizia de su tiempo. (AC03 nº 36) Por eso, consideramos que algunos ámbitos de nuestro servicio misionero son:

• Realidades sociales (areópagos del mundo actual: políticos, económicos, religiosos).
• Las culturas.
• La comunidad comboniana.
• La comunidad cristiana y no cristiana.
• Situaciones problemáticas personales, comunitarias y de grupos humanos marginados.
• Diálogo interreligioso.

6. Criterios comunes en la Promoción Humana
La acción misionera del pueblo de Dios quiere revelar el sentido de la vida en un mundo globalizado y animar el compromiso y la solidaridad, poniendo a Cristo en el centro de la humanidad de hoy. Algunos desafíos se distinguen por su urgencia e importancia y exigen actitudes que sean profecía en acto para la humanidad (VC 58), signo de comunión y de reconciliación de una humanidad herida por conflictos y divisiones. (AC03 nº 25) En este horizonte consideramos que en nuestra misión de Promoción Humana algunos criterios fundamentales deberían ser:

• Regenerar lo humano.
• Ayudar a la persona a reencontrarse con su historia, su cultura. Aceptarla, asumirla y amarla.
• Curar heridas personales, históricas…
• Satisfacer necesidades humanas de los pobres.
• Valorar la dignidad de la persona haciéndola protagonista de su propio camino.
• Construir comunidad.
• Ayudar a abrirse a otros pueblos y culturas. (Capacidad de dar y recibir)
• Defensa de la vida (Derechos Humanos, Justicia y Paz y salvaguarda de la Creación)
• Hacer causa común con las víctimas de la historia por medio de redes de comunión y participación.

7. Lazos con la Tradición
Ir adelante a menudo exige el deber de un regreso a la pureza de los orígenes; exige ir a las fuentes de aquel patrimonio riquísimo de experiencias de fe que ha llegado hasta nosotros a través del sacrificio de los hermanos que nos ha precedido, transmitiéndonos la pasión por la misión. (AC03 Carta de presentación) A partir de esta afirmación del Capítulo hemos considerado, como Hermanos, la importancia de volver la mirada al pasado y rescatar a los Hermanos que nos han precedido, sus experiencias, su estilo de vivir la misión con la finalidad de conjugar Tradición y novedad en este proceso de renovación. Algunos elementos que nos parecen importantes en este sentido son los siguientes:

• Presencia orante y de servicio concreto (El Buen samaritano y la Samaritana)
• El martirio (testimonio de fidelidad).
• La “inutilidad” como medio de cercanía a la gente.
• Trabajo como dignificación (Santificar el trabajo).
• Ayuda material y concreta.
• Salvar África con África (Capacitación de la gente. Sentar las bases para un protagonismo de la gente).
• Hermanos como Cenáculo de Apóstoles
• María presencia orante y misionera


II. PERSPECTIVAS DE FUTURO DE LA VOCACIÓN DEL HERMANO EN AMÉRICA LATINA

En esta reflexión que hicimos desde nuestra experiencia personal y de cara a la realidad que nos envuelve en América Latina, consideramos que es importante asumir la Misión como:

1. Misión como relación interpersonal
Ante la incertidumbre y la inestabilidad generada por el neoliberalismo y su propuesta cultural en América Latina es importante que la vocación del Hermano ponga el acento en las relaciones personales y con Dios. Es decir vivir nuestra vocación en el plan del ser y no en el hacer, porque la realidad actual no nos pide responder a la pregunta: ¿Qué sabes hacer?, si no dar respuesta a ¿Quién eres?
2. Misión como inserción en el mundo
En el contexto de la globalización y del protagonismo de la sociedad civil nuestra vocación se ve desafiada a recuperar su rostro laical y capacidad relacional para insertarnos, como consagrados, en el tejido de movimientos, organizaciones y procesos sociales a favor del ser humano desfavorecido.
3. Misión como construcción de la comunidad Familia de Dios sanada y sanadora
Ante una realidad familiar desintegrada donde la figura del padre – y en algunos casos también la madre - y el amor fraterno se ausentan cada vez más de la experiencia personal de los latinoamericanos, nos sentimos desafiados como Hermanos, a reconstruir y ser testimonio de la experiencia de familia y de fraternidad a partir de Dios como Papá y Mamá y de Jesucristo como Hermano.
4. Misión como acompañamiento
Las tendencias pastorales en América Latina nos dicen que el pastor ya no está delante de la gente, sino que está detrás. Es decir, el protagonismo de los laicos está ganando cada vez más espacios en la Iglesia y en la sociedad, esto hace que nuestra vocación se oriente a la colaboración de los laicos y a la formación de líderes en los diferentes ámbitos (política, economía, cultura) y ser acompañantes espirituales en los procesos laicales.

5. Misión como discipulado – apostolado en el campo de la Justicia y la Paz
No somos los únicos expertos en la misión, sobre todo en el ámbito de la promoción y desarrollo humano. En este sentido es fundamental asumir y vivir la misión con una actitud de discípulo para aprender de otros (organizaciones, instituciones…) y de la gente misma que acompañamos, de su espíritu, sus estrategias de solidaridad y sobrevivencia… Al mismo tiempo necesitamos una actitud de apóstol que evangeliza todos los ámbitos de la vida humana (economía, política, cultura,…), eso que comúnmente se llama apostolado o pastoral social, debería ser parte fundamental de nuestra vocación de Hermanos. Apostolado que nos revela, a todos nosotros, nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios, de la opción de Dios por los más pobres de la sociedad y en defensa de la vida en todas sus formas. Difundir este nuevo tipo de apostolado cristiano (Apostolado social) a través de nuestro estilo de vida y compromiso con el ser humano es uno de los desafíos que nos plantea nuestro continente.

6. Misión como diálogo de saberes
En la tendencia homogenizante de la globalización neoliberal, muchas culturas minoritarias son silenciadas, absorbidas y destruidas. Por eso nuestra vocación de Hermanos se ve desafiada a construir un mundo-Familia humana y de Dios, donde la diferencia sea la condición fundamental para garantizar la dignidad humana y los derechos fundamentales, que la tendencia “uniformante” del neoliberalismo excluyente, destruye. Construir la Fraternidad en esta perspectiva, significa visibilizar lo invisivilizado y crear las condiciones que favorezcan el diálogo de saberes de todas y cada una de las culturas, es decir, crear las condiciones para dar voz a los que no la tienen en este mundo.

7. Misión como rescate de la dimensión materna de Dios.
La religiosidad latinoamericana fuertemente mariana, la cuestión de género, y la experiencia de autoridad y amor maternos que acompaña a los latinoamericanos durante toda su vida, nos desafía a recuperar la dimensión materna de Dios, una dimensión muy presente en la religiosidad indígena y que ha heredado al espíritu latinoamericano, el cual muchas veces confunde la devoción a María como esa dimensión materna de Dios que nunca abandona a sus hijos.


III. PROPUESTAS PARA LA FORMACIÓN DE BASE DE LOS HERMANOS

Ante el horizonte que la realidad latinoamericana y mundial nos presenta, consideramos que la formación del Hermano se consideren los siguientes elementos:

1. Favorecer y apoyar estructuras formativas que ayuden al diálogo intercultural e inter-vocacional (Sacerdotes y Hermanos).
2. Reafirmamos la necesidad de que en los equipos formativos (prepostulantado, Postulantado, Noviciado, escolasticado-CIFH) estén presentes las dos figuras Combonianas (Sacerdote y Hermano).
3. Insertar en las diferentes etapas formativas, como contenido formativo, la figura del Hermano, para favorecer un mayor conocimiento y valoración de la vocación del Hermano para todo comboniano.
4. Asumir las Obras Combonianas de Promoción Humana como nuevo paradigma de una formación inserta.
5. Que los formadores se preparen en el continente donde van a trabajar.
6. Explicitar una dinámica formativa que ayude a asumir, aceptar y amar la cultura propia para poder trascenderla con serenidad y fraternidad.
7. Recuperar la memoria histórica de la Vida Consagrada en su perspectiva de vida fraterna.
8. Incluir en el iter formativo el conocimiento de las culturas minoritarias de América Latina.
9. Incluir el arte del Acompañamiento Espiritual en función del acompañamiento de los movimientos sociales y eclesiales.


IV. SUGERENCIAS A LOS PROVINCIALES DE AMÉRICA LATINA

De cara a la reunión continental de los provinciales y la Dirección General, queremos hacer las siguientes sugerencias:

1. Recuperación de la memoria histórica del Hermano
a. Interesar a los provinciales para que permitan el acceso a los archivos de sus respectivas provincias
b. Retomar los artículos u otros materiales publicados en las revistas Combonianas
c. Traducir materiales ya publicados (trabajos de grado, monografías, etc)

2. Oficializar el encuentro anual continental de Hermanos abierto a representantes de la Familia Comboniana
3. A nivel continental, en lo que se refiere a los Hnos, en este momento ya han iniciado su camino tres OCPH sugerimos asumir estas obras como continentales y garantizar su continuidad a mediano plazo (Guayaquil, Bogotá en la zona andina. Brasil). A largo plazo pensar una OCPH en la zona de América Central – Norte América.
Bogotá, Colombia 6-12 gennaio 2007