In Pace Christi

Adot Oryem Albino

Adot Oryem Albino
Fecha de nacimiento : 23/11/1956
Lugar de nacimiento : Pajok/RSS
Votos temporales : 05/05/1984
Votos perpetuos : 25/04/1987
Fecha de ordenación : 13/12/1987
Fecha de fallecimiento : 11/02/2016
Lugar de fallecimiento : Gulu/Uganda

El P. Albino nació en Pajok, diócesis de Torit (Sudán del Sur), el 23 de noviembre de 1956. Hizo el noviciado en Tartar (Kenya), donde emitió los primeros votos el 5 de mayo de 1984. El escolasticado lo hizo en Gaba (Kampala, Uganda), donde emitió los votos perpetuos e hizo el bachillerato en Teología por la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, con la que Gaba estaba coaligada. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1987 por el arzobispo Mons. Paulino Lukudu Loro. Después de un año en Roma, fue enviado a Juba, donde permaneció hasta 1994.

Destinado a la provincia de Sudáfrica, permaneció allá doce años, primero en la parroquia de Glen Cowie y después en Burgersfort. Mons. Giuseppe Sandri, en su mensaje de condolencias, ha escrito que los sacerdotes, religiosos y gente de Sudáfrica recuerdan bien al P. Albino, que estuvo con ellos desde 1994 hasta 2006, y han sido profundamente tocados por su humildad y su presencia.

En 2006, el P. Albino regresó a la provincia de Sudán del Sur, donde permaneció hasta la muerte. En un principio fue enviado a la parroquia de Kajo Kaji, en Lomin, donde estuvo por cuatro años; después fue a Talí, donde su vida ha sido abrumada por la enfermedad, una insuficiencia hepática y renal, de las que sufría desde hacía tiempo. Murió en el Lacor Hospital de Gulu (Uganda), el 11 de febrero de 2016. Ha sido sepultado en el cementerio de Najaf el 13 de febrero, después de la Misa de réquiem, presidida por el obispo auxiliar de Juba, Mons. Santo Loku Pio.

El P. Luciano Perina había sido mandado, a finales del 2015, a la misión de Talí, y le había sido dada la habitación en la que el P. Albino había vivido algunos meses antes. Lo recuerda así: “Los libros escolares que el P. Albino usaba para enseñar eran un signo de su esperanza y su compromiso con el desarrollo de su país, mientras que los libros religiosos que había dejado muestran como ha buscado dar profundidad a la fe de la gente.

Al regresar de Sudáfrica en el 2006, estaba feliz de contribuir a la reconstrucción del Sudán del Sur, que estaba logrando su independencia. La Iglesia estaba en plena actividad para ofrecer su contribución a la edificación de la nueva nación y el P. Albino ha hecho su parte en la misión de Lomin: en la escuela, en la iglesia, en la atención a los pobres y menos privilegiados de aquella misión. En 2013 fue enviado a Talí, donde hay 36 comunidades lejanas del centro. El P. Albino trabajó, sobre todo, en estas comunidades. La gente lo amaba por su sencillez y cercanía. En algunas comunidades pedían que fuera él a visitarlas, porque les gustaba el modo que tenía de explicar la Palabra y el amor de Dios por todos. Cuando estaba libre del ministerio, le gustaba trabajar en la huerta. Junto a la casa, tenía, con la ayuda de los jóvenes, un huerto de árboles de mango, que la gente sigue llamando ‘el huerto del P. Albino’. Me he sentido orgulloso de continuar su trabajo en Talí y muy pronto he descubierto como esto era importante para el futuro de la misión: los niños de la escuela recuerdan su amabilidad; los fieles de las comunidades lejanas recuerdan cuán eficaz y claro era su mensaje cristiano y las comunidades combonianas recuerdan con admiración su empeño en mejorar el entorno de la misión”.

Reproducimos el testimonio de Tito Tong John, un postulante que en 2013 pasó cuatro meses de experiencia misionera en Talí con el P. Albino.

“Era una persona muy social, un hermano abierto y colaborador, con el celo amoroso de un verdadero misionero. Era muy comprensivo y disponible para la corrección fraterna, responsable, siempre preocupado por los demás y se ponía con gusto a su disposición. Era un hombre temeroso de Dios, fiel a la oración, un misionero convencido. No actuaba para que lo vieran, sino que se sentía impulsado interiormente. Tomaba seriamente todo lo que hacía y no daba nada por descontado. Se veía claramente en su trabajo como maestro. Abrimos juntos la escuela para los soldados en Talí, junto con el P. Martin Lako Mödi y P. Markus Lorenz Körber. El P. Albino hacía que todos se sintiesen queridos y felices. Amaba las pequeñas comunidades cristianas. Se dedicaba mucho a estas comunidades de la parroquia de Cristo Rey, con los monaguillos y los grupos marianos. Frecuentemente me decía: “Tito, tenemos necesidad de ti, tenemos necesidad de ti”. Esta frase me ha quedado impresa en la mente, entre otras cosas, porque me sorprendía que la repitiese muchas veces. He pensado en todo esto durante la Misa de funeral en la iglesia de S. José, mientras el Obispo emérito, Mons. Paride Taban, nos recordaba que el P. Albino había muerto demasiado pronto, dejándonos el trabajo que ahora nos toca a nosotros llevar a término”.