El P. Mario Cisternino había nacido en Castellaneta, en la provincia de Taranto, el 16 de diciembre de 1939. Desde 1951 a 1956 estudió en el seminario de Bari. Al entrar en los combonianos fue enviado a Sunningdale, en Inglaterra para hacer el noviciado, donde hizo los primeros votos el 9 de septiembre de 1958 y donde hizo también los dos primeros años de escolasticado. Completó los dos años restantes en Verona y fue ordenado sacerdote por el Cardenal Gregorio Pietro Agagianian el 28 de junio de 1964, con el grupo más numeroso de ordenandos en toda la historia del Instituto.
Fue mandado otra vez a Londres para hacer un curso de especialización en “antropología y educación lingüística”. A este siguieron otros cursos de especialización en Uganda y en Roma: (“investigación sobre antropología bantú”, 1970-1972) y una especialización en Swansee, en Gales (“Política de desarrollo y Planificación Social”, con una tesis sobre los karimojong).
En 1965 fue destinado a Uganda y trabajó en la región de Kigezi, en las misiones de Makiro y Rwanyena. Hablando de Makiro escribía: “Esta gente son rudos montañeses, fuertes, decididos. En el pasado eran temidos, y siguen siendo serios; solamente en mi parroquia son setenta mil. Las paredes de la iglesia retumban con sus voces. Señor, gracias por haber purificado este pueble fuerte que no cae en la molicie. Nunca tuvieron una vida fácil. En los años pasados los protestantes practicaron una política obstruccionista contra los católicos. Para obtener una parcela de tierra del Parque Nacional los católicos eran forzados a hacerse protestantes. Así nació el Catholic Relief Service: un fondo común al que contribuían todos los católicos y que ayudaba con préstamos a los que tenían necesidad de tierra. La experiencia de este fondo enseño a todos a apreciar el sistema de cooperativas y de ahorro”.
Cuando escribía a sus compañeros de ordenación, el P. Mario les recordaba: “La actividad pastoral de los primeros años de África ha sido más o menos la de todo misionero en África: visitas a las comunidades, juventud, catecumenado, escuelas. Luego la actividad revistió un carácter más personal, que comprometía más el corazón: ayudar a la gente en actividades de desarrollo social y económico, con el sistema de cooperativas que ayudaban a la pobre gente y la libraba de la explotación. Construí con ellos escuelas de paja y barro, distribuí dinero para mandar niños a la escuela, he enseñado, además del catecismo, a coser, a soldar, a arreglar motores, aprendiendo yo junto a ellos. He fundado cooperativas a todo gas, hice el banquero privado y he abierto cajas de ahorros y crediticias para ellos. He cultivado y enseñado a hacer lo mismo a gente que se gloriaba de haber adquirido la independencia, pero que, por sí mismos, no habían descubierto la rueda ni el arado… Esto y mucho más enseñé desde el púlpito y desde la calle”.
Después del curso de Swansee, el P. Mario volvió a Uganda, en la diócesis de Moroto, entre los karimojong, en el Nordeste de Uganda, donde inició y desarrolló el departamento de Servicios Sociales y Desarrollo de la Iglesia Católica. Fue responsable del esquema agrícola para integrar 40,000 karimojong y hacerlos autosuficientes. En la sanidad pública coordinó el trabajo de dos hospitales y siete dispensarios. En el sector de la educación abrió más de sesenta escuelas. Hizo numerosas investigaciones sobre ecología, antropología y economía.
En el año 1986 fue destinado a la provincia italiana, a la comunidad de Luca, y, más tarde a la de Brescia como profesor. En el año 1987 fue mandado por el Superior General a Malawi-Zambia para hacer una investigación y un informe sobre los prófugos mozambiqueños en las naciones donde se habían refugiado para librarse de la guerrilla y de las masacres de sus países. Para hacer este trabajo encontró a los obispos afectados por esta tragedia, sugiriéndoles una lista de organizaciones con las que contactar. A los combonianos les aconsejó formar un equipo de misioneros y misioneras para responder a la emergencia.
En el año 1990 volvió otra vez a Uganda, a la casa provincial de Kampala, donde podía enseñar.
En 1998 el Superior General le encomendó el encargo de bibliotecario de la Curia en Roma (1999-2006).
Al finalizar este periodo el P. Mario fue destinado a la provincia italiana y, después de algún tiempo, pidió y obtuvo permiso de ausencia de comunidad para ayudar a la madre anciana.
Diez días antes de su muerte el P. Mario había tenido un accidente, un choque con otro vehículo; en el impacto se rompió una costilla y sufrió diversas contusiones y un hematoma en la cabeza donde recibió algunos puntos de suturas; según el parecer de los médicos en el hospital de Taranto, su situación no revestía preocupación, simplemente debía mantener un poco de reposo y tomar algún calmante en caso de necesidad. Así fue dado de alta a pesar de que el padre Mario decía que no se encontraba bien y respiraba con dificultad. Algunos días mas tarde su condición empeoró y fue llevado al hospital de Castellaneta donde murió el 17 de junio de 2011. La familia pidió la autopsia y el resultado dijo que falleció por embolia pulmonar.
El jueves, día 23 de junio se tuvo una vigilia de oración en Castellaneta presidida por el obispo local, Mons. Pietro Maria Fragnelli. El día después, viernes 24 de junio, a las 17 horas tuvo lugar el funeral al que asistió el obispo, los misioneros combonianos, la mayor parte de los sacerdotes diocesanos y muchos fieles.
Sobre el P. Mario escribió el P. Ravasio: “con el P. Mario hemos perdido uno de los mayores intelectuales. La memoria de su vida se compone de dos partes. La primera representada por sus escritos. En la biblioteca de la Curia hay un listado que contiene 36 obras publicadas en Italia y otras partes. Podemos recordar su obra de carácter antropológico, como los proverbios de Kigezi y de Ankole (Leadership. Kampala 1987, p. 471), su investigación sobre las practicas tradicionales de iniciación y sobre la pedagogía de algunas tribus africanas (Los secretos de la serenidad. Pedagogía tradicional en el corazón de África, EMI, Bolonia 1993) y su obra principal, fruto de veinte años de investigación: Pasión por África. Papeles misioneros e imperiales sobre la primera evangelización en Uganda y Sudán 1848-1923 (Urbanian University Press, Roma 2001, p. 571), traducida al inglés Passion for Africa. Missionary and imperial papers on the evangelization of Uganda and Sudan 1848-1923 (Urbanian University Press, Roma 2004, p. 571).
La segunda parte de esta memoria concierne a su trabajo de bibliotecario y de misionero investigador. Es obligatorio poner de relieve la modalidad específica que el P. Mario usó en este monótono despacho, después de treinta años en África y una carrera de escritor-investigador plasmada ampliamente en sus escritos. Por motivos de claridad, resulta más fácil listar lo que permanecerá en la memoria de la vida de la biblioteca y de los que la frecuentaron en aquellos años: la acogida, tanto a los hermanos como a los externos que se presentaban para la investigación; sus propuestas de temas combonianos par la investigación, como la tesis sobre Don Daniele Sorur, sobre el P. Filiberto (Gero) Giorgetti, sobre los diarios del P. Giuseppe Zambonardi, etc.; la profundidad de las relaciones personales con los investigadores; la relación con grandes estudiosos, como el profesor Richar Gray”.