Jueves, 24 de octubre 2024
La guerra de Sudán, que ha dado lugar a la mayor crisis de desplazados internos del mundo, tiene efectos catastróficos para las mujeres y las niñas, según informó recientemente ONU Mujeres en una alerta de género titulada: Mujeres y niñas de Sudán: Fortalezas en medio de las llamas de la guerra.

De acuerdo con la agencia de Naciones Unidas, el número de personas que necesitan servicios relacionados con la violencia de género ha aumentado en un 100% desde que estallaron los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF, por sus siglas en inglés) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) a mediados de abril de 2023. En los últimos meses, un nuevo grupo se ha unido a los combates contra las RSF, the Armed Struggle Movements (Join Forces) que defiende los intereses de los grupos zaghawa en Darfur Norte. Lo que ha provocado nuevas olas de civiles desplazados internos y refugiados.

Unos 6,7 millones de mujeres y niñas están afectadas por este conflicto. Pero se estima que la cifra sea mayor. Si bien los hombres y los niños también son víctimas de la violencia de género, la mayoría de estos casos involucran a mujeres y niñas. La violencia registrada, en particular en los estados de Jartum, Darfur y Kordofán, ha exacerbado los riesgos a los que se enfrentan las mujeres y las niñas: explotación sexual y abuso se han convertido en un arma más de guerra en esta situación.

Como siempre, las guerras son cosa de hombres y las mujeres y los niños son sus principales víctimas. Las desigualdades de género se incrementan durante los conflictos y por ello las mujeres sufren más durante ellos. Según Naciones Unidas, las niñas tienen un 90% menos de posibilidades de tener acceso a la educación que los niños en zonas de conflicto. También son víctimas de matrimonios infantiles, de trabajo esclavo o, incluso, pueden ser reclutadas como niñas soldados.

Las labores domésticas, las normas sociales, normalmente restrictivas de la movilidad, y otros factores pueden hacer que las mujeres tengan, por lo general, menos capacidad de huida cuando la población civil es atacada, afirma Amnistía Internacional. Si lo consiguen, muchas se convierten en desplazadas internas o refugiadas, lo que las puede exponer a peligros como el tráfico de personas y la trata con fines de explotación sexual. Además, las mujeres detenidas o encarceladas pueden ser recluidas en instalaciones inadecuadas y, a menudo, corren el riesgo de ser sometidas a torturas basadas en el género, como la violación y otras formas de abuso sexual, a manos de sus carceleros o incluso otros reclusos.

Al partir muchos hombres al frente a luchar, durante los conflictos son las mujeres las que tienen que hacerse cargo de la familia. La alimentación y el cuidado básico de niños y ancianos recae, mucho más, sobre ellas, que se convierten en cabezas de familias monoparentales.

En Sudán, casi 5.8 millones (54%) de los desplazados internos sudaneses, son mujeres y niñas. Y, aproximadamente 3 millones de ellas son menores de 18 años que enfrentan riesgos de protección específicos. Ellas son particularmente vulnerables. Y muchos casos de abuso no se denuncian debido a la falta de apoyo adecuado y al temor al estigma y las represalias.

Además, Sudán se enfrenta a los peores niveles de inseguridad alimentaria jamás registrados en el país. El 84% de las mujeres en Sudán no pueden satisfacer la dieta mínima aceptable, lo que supone un aumento del 5% con los números del año pasado. Al menos el 80% de las mujeres desplazadas internamente en Sudán tienen dificultades para acceder a agua potable segura debido a razones de seguridad, de calidad y de distancia de las fuentes.

ONU Mujeres también alerta de que 1.2 millones de mujeres embarazadas y lactantes en los estados de Jartum, Darfur y Kordofán sufrirán desnutrición este año y se enfrentarán a graves complicaciones de salud durante el parto y después de él. Y más de 7.000 nuevas madres y 220.000 niños gravemente desnutridos, en las mismas zonas, corren el riesgo de morir en las próximas semanas y meses si no pueden acceder a servicios de salud materna y apoyo nutricional.

Igualmente, la crisis de la educación en Sudán es otro de los resultados devastadores del conflicto. Más de 2,5 millones de niñas, lo que representa el 74% de las menores en edad escolar, no asisten a la escuela. Circunstancia que aumenta el riesgo de que sean sometidas a prácticas nocivas como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina.

Por todo esto, ONU Mujeres demanda que se tomen medidas urgentes para garantizar la protección física de las mujeres y las niñas, así como el acceso seguro a alimentos, agua potable y servicios de salud sexual y reproductiva.

Estas acciones deberían realizarse en colaboración con grupos locales y organizaciones dirigidas por mujeres, con el fin de fortalecer la resiliencia y garantizar el acceso a servicios humanitarios esenciales para mujeres y niñas, pero también para hombres y niños afectados por la crisis. No se puede dejar a estos fuera si se quiere atender a la población.

Sin embargo, para poner en marcha estas medidas y paliar la situación de los sudaneses, hace falta dinero. Y el conflicto de Sudán es una más de esas guerras olvidadas y solapadas por otras crisis que no dejan de copar las primeras páginas de los medios de comunicación, como puede ser la de Ucrania, la invasión de Gaza por Israel o la creciente tensión en Oriente Próximo. De ahí que a las agencias internacionales les sea difícil recaudar fondos. En consecuencia, poco variará la situación actual de las mujeres y las niñas de Sudán. Es un conflicto que queda lejos y a nadie parece importar.

Publicado por Chema Caballero en Mundo Negro| octubre 2024