Martes, 7 de julio 2015
“Nos parece indispensable que este Capítulo y la nueva Dirección General reafirmen explícitamente el empeño por la Justicia, la Paz, la Integridad de la Creación y la Reconciliación como urgencia para el mundo de hoy y como intrínseca a toda nuestra presencia misionera. Y esto con signos concretos y opciones precisas para que esta prioridad sea asumida y encarnada en las provincias y comunidades”, propone un grupo de 74 misioneros combonianos en una Carta abierta al XVIII Capítulo General de los Misioneros Combonianos.
Combonianos, peregrinos en busca de regeneración para el mundo
Carta abierta al Capítulo de los Misioneros Combonianos 2015
“Para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10)
Como Misioneros Combonianos, somos enviados a defender la vida en una sociedad que atraviesa una crisis espiritual, ha perdido la esperanza, está vaciando la existencia de su significado más profundo, descarta muchas personas y compromete la existencia de las futuras generaciones.
El sueño de Dios es que todos vivan en la dignidad y la libertad de hijos e hijas, hermanos y hermanas, compartiendo los beneficios de su Reino. Es esta la misión a la que estamos llamados y que enardece el corazón, al hacer memoria de nuestra vocación, caminando siempre con la virtud propia del peregrino: ¡la alegría!
Una inspiración para la misión comboniana en defensa de la vida es el compromiso de San Daniel Comboni contra la esclavitud. La esclavitud moderna es síntoma de la crisis profunda de valores de nuestra sociedad y fruto amargo de un mundo injusto. Asume nombres distintos, en los distintos contextos en que se practica: esclavitud por deudas, servidumbre de la gleba, trabajo coactivo, explotación sexual, matrimonio forzado precoz, esclavitud por motivos rituales o religiosas. Tiene los rostros de niños explotados por la industria de los tapetes; braceros inmigrantes de los campos en el sur de Italia; jóvenes trabajadoras de las fábricas fronterizas de México; familias expulsada de su tierra por las multinacionales agrícolas.
Unidos a Dios escuchamos el grito del pobre, del excluido, del descartado, del esclavo (EG 187). Cuidamos de las fragilidades, poniendo en el centro de la acción transformadora “la dignidad de la persona humana y el bien común” (EG 210-218).
La esclavitud y los Misioneros Combonianos
Entre las distintas necesidades de compromiso contra las esclavitudes, la intuición y la práctica comboniana en el curso de la historia reciente del instituto han priorizado algunos caminos de liberación concretos y articulados.
Evangelizar el mundo a través de la defensa de los derechos humanos es uno de los ámbitos en los que, hoy, podemos promover la regeneración de los más pobres y abandonados. Tenemos una rica experiencia en las periferias urbanas y en los cinturones de miseria y varios combonianos se consagran desde hace tiempo en la reconciliación en los contextos de guerra; es significativo también nuestro papel en redes como AFJN, AEFJN o VIVAT Internacional.
La promoción del diálogo entre las culturas y las religiones es una práctica cotidiana de muchas comunidades combonianas, que se responsabilizan de las heridas abiertas por varios fundamentalismos y por el terrorismo, tratando de construir una cultura de la inclusión (EG 186, 225). Pensamos en el trabajo de muchos de nosotros en la animación misionera, por ejemplo, o el compromiso comboniano en la educación o en el arduo compromiso de la acogida de migrantes y en la lucha contra la trata de los seres humanos.
Caminar junto con los pueblos indígenas, o deportados, o con las minoría étnicas es otra opción que los combonianos han asumido desde hace tiempo, al lado de grupos humanos no sólo explotados, sino considerados poco relevantes para el modelo social y económico de hoy y por eso mismo excluidos y descartados (EG 53). Pensemos en los pueblos afroamericanos, en los nómadas de África oriental, o en los pigmeos del Congo.
La defensa de la Creación es hoy anuncio del Evangelio de la vida y lucha contra la esclavitud: la injusticia ambiental segrega cada vez más personas, la explotación ávida de los bienes comunes expulsa comunidades enteras de sus propias tierras, los cambios climáticos amenazan con gravísimas consecuencias sobre la vida de millones de marginados. Los combonianos están empeñados también en estos sectores que el Papa Francisco indica frecuentemente como decisivos para la Iglesia. Pensamos en el acompañamiento de las comunidades en conflicto con las industrias extractivas, en el intenso trabajo de algunos co-hermanos contra el calentamiento global, el acaparamiento de la tierra y la privatización del agua, así como el papel de los combonianos en la Red Eclesial Panamazónica.
Reafirmando prioridades y remodelando estructuras
A pesar de los límites y la fragilidad, los Misioneros Combonianos están actualizando, al menos en parte, la intuición de Comboni en defensa de la vida de los más pobres y contra la esclavitud. Las provocaciones de la Evangelii Gaudium, sin embargo nos desafían para que explicitemos mejor este nuestro carisma y a remodelar nuestras estructuras, de modo que no sean obstáculo sino incentivo a este estilo de vida misionero.
Nos parece indispensable que este Capítulo y la nueva Dirección General reafirmen explícitamente el empeño por la Justicia, la Paz, la Integridad de la Creación y la Reconciliación como urgencia para el mundo de hoy y como intrínseca a toda nuestra presencia misionera. Y esto con signos concretos y opciones precisas para que esta prioridad sea asumida y encarnada en las provincias y comunidades proponemos:
1. Reunir el Secretariado para la Evangelización, la Animación Misionera y el oficio de Justicia y Paz en un único Secretariado para la evangelización, compuesto por tres co-hermanos que disciernen y trabajan juntos.
Los provinciales reunidos en la intercapitular han afirmado que estos tres sectores trabajan a menudo aislados; ello puede conducir a una comprensión de la misión que separa evangelización, animación misionera y JPIC. Reunir las tres dimensiones ayuda a repensar la misión de modo más unificado. Mantener un único Secretariado de Evangelización con tres miembros refuerza su relación institucional con el Consejo General y dinamiza el discernimiento interno del Secretariado en el acompañamiento y estimulo de las iniciativas de base. En varias de nuestras provincias ya es así: los consejos provinciales han unido en un solo secretariado evangelización, comunicación social, animación misionera y JPIC, encontrando en este organismo un importante interlocutor para el acompañamiento de las prioridades provinciales.
2. Crear grupos de trabajo temáticos a nivel de Familia Comboniana (MCCJ, SMC, LMC y Seculares) que, como “Ministerios Interprovinciales”, faciliten el intercambio entre misioneros/as comprometidos en ámbitos específicos de la misión de hoy.
La organización en Provincias tiende a aislar los unos de los otros. Nuestro empeño misionero corre el riesgo de asumir una dimensión “provincial”, en toda la extensión de la palabra. Los desafíos de la evangelización y de la regeneración de las esclavitudes de hoy, por el contrario, siendo cada vez más complejas y globales nos invitan a afrontarlas en red y con una visión de conjunto e inclusiva.
Los ámbitos temáticos podrían ser los antes mencionados: defensa de los derechos humanos, diálogo interreligioso, defensa de la creación. La articulación entre misioneros/as que trabajan con las poblaciones indígenas podrá realizarse más fácilmente a nivel regional, dadas las especificidades de las distintas culturas.
Cada grupo, compuesto por 5-6 miembros de la Familia Comboniana inseridos en las respectivas provincias que, sin embargo, se intercomunican sería el órgano especializado y operativo del Secretariado de Evangelización.
3. Descentralizar progresivamente el acompañamiento de las provincias a nivel continental. Es necesario reforzar el papel del provincial coordinador de la misión en cada continente y permitir que el Consejero General encargado de cada continente permanezca allá más tiempo, interactuando a distancia con el Consejo General, articulando y monitoreando más de cerca la ejecución de las prioridades misionera continentales, en diálogo con el Secretariado de la Misión y de las provincias, en un espíritu de eficaz colegialidad.
4. Incluir cada vez más las temáticas de Justicia, Paz, Integridad de la Creación y Reconciliación en la Formación de Base para que los jóvenes candidatos perciban cuánto estos temas son parte integrante e imprescindible de la misión comboniana. Insistir en estructuras formativas simples y lo más posible inseridas en la vida de las comunidades pobres. Facilitar el encuentro de los jóvenes en formación con las experiencias combonianas más significativas en esta línea, favoreciendo experiencias prolongadas o invitando los combonianos a compartir con más frecuencia testimonios, encuentros y reflexiones con los grupos en formación. Lo mismo vale en el ámbito de la Formación Permanente y, valorizando particularmente los medios de comunicación combonianos y las redes sociales, dar visibilidad y profundizar nuestra opción de “vivir el Evangelio de la fraternidad y de la justicia” (EG 179)
5. Avanzar en la definición de “medidas concretas en modo de acercar nuestras comunidades a la vida de la gente, en sintonía con la opción preferencial por los pobres” (AC 2009, 11.3).
La nueva Dirección General insista para que cada provincia promueva experiencias de inserción física en contextos de pobreza y marginación, como signo de la presencia (testimonio de vida) y camino concreto y específico de metodología misionera.
Inserción y estructuras sencillas sean principios claves en el discernimiento de las opciones estructurales de las provincias para los próximos años. Quizá la presencia comboniana en las periferias no será entre las más competentes y articuladas, pero el simple hecho de ser, “presencias simples en situaciones difíciles”, nos da autoridad y credibilidad en el proceso de regeneración de los excluidos.
6. Profundizar el papel de los laicos misioneros en nuestro Instituto: además de una colaboración competente en los campos específicos de trabajo, los laicos más cercanos a nosotros combonianos pueden compartir a varios niveles el carisma y la mística que nos anima, vinculándose así a nosotros en un nivel más profundo del exclusivamente profesional. Invertir en ellos y reforzar la comunión con los LMC ensancha nuestra comprensión del mundo y amplía nuestras redes de relación, garantizando continuidad a los procesos de evangelización y transformación de la realidad.
7. El Ecónomo General y los ecónomos de circunscripción verifiquen con cada vez mayor atención y con la asesoría de personas expertas, la ética de nuestras inversiones financieras, evitando bancos o fondos que invierten en armas u otro tipo de negocios que contradigan nuestros valores y nuestras posturas.
Auspiciamos que el Capítulo elabore un documento sintético, con declaraciones claras y vinculantes para el sexenio de la nueva Dirección General, más que un texto largo, articulado y que incluya todo.
Junto con el Apóstol Pablo, punto de referencia en la experiencia misionera de San Daniel Comboni, también nosotros hoy, impulsados por la caridad (2Cor 5,14), confirmamos nuestro empeño de ser embajadores de reconciliación entre los hombres y Dios, en nuestras comunidades apostólicas y entre los pueblos de la tierra (2Cor 5,20), siempre listos a dar razón de la esperanza que nos anima (1Pe 3,15), reconociendo los signos de la presencia del Reino de Dios en el mundo.
Domingo 29 de marzo 2015
Reflexión preparada y suscrita por:
Co-hermanos que han firmado la carta: