Finalmente, llegamos por la tarde a Belén. ¡Dios mío! Pero ¿dónde quiso nacer Jesucristo? Todavía esa misma tarde quise bajar a la Gruta...Entré... Quedé más conmovido que en el Calvario...(Escritos 111)
MISSIONARI COMBONIANI DEL CUORE DI GESÙ
Una Navidad llena de paz
Finalmente, llegamos por la tarde a Belén. ¡Dios mío! Pero ¿dónde quiso nacer Jesucristo? Todavía esa misma tarde quise bajar a la afortunada Gruta que vio nacer al Creador del mundo. Entré, y aunque el nacimiento es más alegre que la muerte, quedé más conmovido que en el Calvario al pensar en la condescendencia de un Dios que se humilló hasta el punto de nacer en este establo. (Escritos 111)
Queridos hermanos
La Navidad es, sin duda, el tiempo de la esperanza, de las sorpresas de Dios y de los deseos del ser humano. Es el tiempo que nos recuerda que el Señor no se cansa nunca y vuelve una vez más entre nosotros para gozar del encuentro con cada uno de nosotros.
Una vez más, en estos días que parecen no tener nada de especial si miramos la realidad de nuestro mundo, seremos testigos de la fidelidad de Dios que vuelve, aunque si nunca se ha ido, para poner su morada entre aquéllos que ama con todo el corazón. Porque la Palabra se ha hecho carne sólo por amor.
Para nosotros los Combonianos esta esperanza es coloreada e iluminada por la experiencia fresca aún del XVII Capítulo General que concluyó dejándonos el mandato de mirar hacia el futuro con confianza y valor porque hemos entendido que estamos viviendo la hora de Dios. También ahora estamos en la hora en que Dios quiere hacer nuevas todas las cosas. Es la hora que nos desafía para que veamos el mañana como una ocasión para vivir la misión con una nueva pasión.
Es la hora para reconocer que el Señor tiene un proyecto de amor que quiere realizar a través de nuestro servicio misionero vivido en la alegría y la total disponibilidad.
En estos días que nos llaman al silencio, a la contemplación, a la escucha para reconocer al Señor que se manifiesta en la pobreza del pesebre, también nosotros somos invitados a preguntarnos dónde llega el Señor en nuestra vida, dónde se manifiesta en nuestra misión.
Nos encontramos en el tiempo que nos invita a la fiesta para compartir el gozo, para abrir las puertas de nuestros corazones a la Palabra que se hace uno de nosotros para recordarnos que la humanidad sigue siendo el paraíso de Dios, el lugar del encuentro entre el sueño de Dios y los deseos de los hombres y las mujeres de este mundo.
Que el Señor nos conceda la gracia de vivir el misterio de su encarnación como una invitación clara a renovar nuestro compromiso de anunciar la Palabra, con el deseo de estar al lado de nuestros hermanos y hermanas que más sufren. Que Él haga de nosotros testigos auténticos de su amor y signos creíbles de su presencia en el mundo.
Con nuestros mejores sentimientos os saludamos y deseamos una Navidad llena de paz. Que el Señor que viene como testigo del amor y de la vida os acompañe en estos días y siempre, junto con vuestras comunidades.
Que el gozo del Señor llene vuestros corazones.
Roma, 25 de Diciembre 2009
P. Enrique Sánchez González
P. Odelir José Magri
P. Alberto Pelucchi
P. Tesfaye Tadesse Gebresilasie Hno. Daniele Giusti