Después de cuatro años de estudios teológicos, Daniel Comboni fue ordenado sacerdote en la ciudad italiana de Trento, el 31 de diciembre de 1854, a los 23 años de edad.
Tres años después Daniel Comboni experimenta una de sus primeras crisis. Don Mazza, responsable del Colegio San Carlos, le comunica que esta pensando mandarle a las misiones del África Central con un grupo de misioneros. Por un lado siente que finalmente se podrá ver realizada su vocación sacerdotal y misionera, por otro lado, siente el dolor profundo que su marcha causará a sus padres. El 10 de septiembre de 1857 Comboni y otros cinco compañeros partirán hacia África. Detrás quedan días de duda, crisis y miedos; delante se abre un futuro misionero lleno de esperanza e ilusión: finalmente viajaba a África.
Daniel Comboni sabía que el trabajo misionero en África podía significar una muerte prematura e incluso el martirio, tal como había sucedido con otros misioneros y sucederá con otros en el futuro. En la fotografía de este póster vemos la nueva iglesia de Paimol (Uganda), que recuerda el martirio de dos catequistas Gildo y David, asesinados en 1918 por confesar su fe en Cristo.
De los Escritos de Comboni:
La idea de la pena de mis padres, del aislamiento en que se encontrarán, eso es lo que me conturba. Yo no le tengo miedo a la vida, ni a las dificultades de la Misión, ni a ninguna otra cosa; más en lo que respecta a mis dos viejos, me echo a temblar. Así, en tal incertidumbre y consternación de ánimo, he decidido hacer los ejercicios para implorar la ayuda del cielo. Si abandono la idea de consagrarme a las Misiones extranjeras, soy mártir para toda la vida de un deseo que nació en mi alma hace más de catorce años, y que fue siempre creciendo a medida que conocía la sublimidad del apostolado. Si abrazo la idea de las Misiones, hago mártires a dos pobres padres.
Carta a Don Pedro Grana, 4 julio 1857, en Verona. Escritos, n. 6 y 7