A lo largo de la historia han sido muchos los hombres y mujeres que se han lanzado a anunciar el evangelio por todo el mundo. Partieron con ilusión de lugares de larga tradición católica queriendo llevar a otras muchas gentes la fe en Jesucristo y se toparon con ricas culturas en las que resonaban con fuerza la compasión, la dignidad humana, la sabiduría y el respeto de lo divino. Su experiencia de fe se hizo más profunda, una aventura en la que han recorrido los caminos de encarnación, en su vaciamiento e identificación, tan propios del seguidor de Jesús.