Te recomiendo que reavives el don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. (2 Tm 1,6)
Como Tú, Padre, estás en Mí y yo en Ti, que ellos también sean uno en nosotros,para que el mundo crea que Tú me has enviado. (Jn 17, 21)

El capítulo tercero de las Actas Capitulares (AC) 2003, está dedicado a la Formación Permanente (FP). Dando prioridad a la FP, los capitulares continuaron un camino trazado ya en el Capítulo de 1997, para la renovación de las personas y de nuestro hacer misión (AC ’03, 51).
“En el próximo sexenio queremos hacer de la FP la prioridad para ayudarnos a vivir juntos la misión, en la vida de cada día” (AC ’03, 57).

1. El problema está vivo
Un mirada histórica puede iluminar nuestra reflexión y, sobre todo, ayudarnos a acoger las evidencias que nuestra historia y nuestras vidas narran. Es una narración atravesada por tantas luces como también por limitaciones y dificultades.
- El testimonio y el martirio de tantos de los nuestros, en situaciones en las que otros habrían dejado los remos en la barca, la búsqueda histórica y el estudio de las fuentes, el esfuerzo con-tinuo de leer y situar el carisma en el hoy del mundo globalizado y de la iglesia, el esfuerzo paciente de búsqueda y actuación de nuevos caminos de metodología misionera y de inserción en los diversos continentes, la aportación del AM y de nuestros Medios de comunicación, el difícil servicio de los formadores y promotores vocacionales, la creatividad de tantos hermanos jóvenes de diversas áreas de procedencia, el testimonio sereno de los hermanos ancianos y enfermos, son la narración de existencias felices y bien fundadas sobre la roca que es Cristo, con la misión en el corazón, tras las huellas de Comboni (AC’03, 15-19).
- El documento capitular, añade a continuación: “No podemos negar que existen también en nuestras comunidades problemas de identidad, espiritualidad superficial y aburguesamiento, acentuándose actitudes de cerrazón en los proyectos personales” (AC ’03, 22). Es el testimonio de una dificultad de reprogramar el propio proyecto de vida, dejándose guiar por el Espíritu y el hoy del carisma

Ya, después del Concilio Vaticano II, todos los Institutos habían sentido la necesidad de promover
iniciativas de FP, llamándoles año de perfeccionamiento, año de actualización, año sabático, etc.
No era difícil tocar con la mano los problemas que las personas llevaban consigo, particularmente en ciertos momentos de la vida: un nuevo destino, quizás no deseado o mal aceptado, un cambio de ocupación, una enfermedad imprevista, una expulsión, un hecho inesperado de guerra o guerrilla que dejaba señalados e impresionados, un momento de debilidad, la falta de frutos tangibles del servicio misionero, tensiones en comunidad o con la gente o con las autoridades políticas y eclesiales, la muerte de personas queridas, la edad que avanzaba… la dificultad de entender y aceptar lo “nuevo”.
En cierto momento, con frecuencia sin preanuncio (como cuando un coche pequeño que tiene un camión delante, se encuentra en un túnel sin darse cuenta), sucede algo que bloquea el flujo normal de la vida. Y uno empieza a hacerse preguntas extrañas y desacostumbradas sobre el sentido de todo esto, de la consagración y de la misión.
Aún hoy, escuchando atentamente la relación de tantos misioneros y misioneras, especialmente de los que provienen de países en guerra y de persecución político-religiosa, se tiene la oportunidad de recoger testimonios de cómo está vivo aún el problema. La historia de muchos países y misiones ha cancelado tanto hacer (construcciones, proyectos, metodologías…) y ha mantenido sólo el recuerdo y las huellas de lo que tenía sabor y luz, evidencia totalmente comboniana de aquel “yo muero, pero mi obra no morirá” de nuestro Fundador.
Quede claro, el hacer es bendecido por Dios, pero no es completo: sin ser, es como un alimento sin sal y sin gusto. Tantos muros construidos, también ellos, serán un recuerdo de bendición y, quizás, en algunos casos, también de condena. Tomando como referencia las situaciones de guerra, podemos ver cómo la gente, aunque no ha podido reconstruir los muros, ha llevado adelante el mensaje, de lo que ha tomado conciencia.
Tanto en los momentos de luz como en los de dificultad, la Providencia de Dios llama a darse cuenta de que hay necesidad de dar un paso adelante, que hay que superarse y crecer-convertirse ulteriormente, “teniendo siempre los ojos fijos en Jesucristo” (S 2721), con la misión en el corazón.
En actitud de FP, la persona, entonces, consigue percibir cada día como un tiempo oportuno para ir adelante y crecer junto a los otros en la comunidad.

1.1 Las dificultades
- Una primera dificultad es de comprensión de la realidad misma de la FP.
Con frecuencia se piensa en la FP como un instrumento unido, sobre todo, a los momentos de crisis. Esto no siempre podría ser verdadero. La FP, si está bien programada y vivida con participación, es de gran ayuda para hacer circular ideas, estímulos, ánimo, sostén psicológico y humano, experiencias, testimonios; crear apertura a la pluralidad y a nuevos estilos de vida, así como también tomar conciencia de la variedad y riqueza de ministerios y de carismas que el Espíritu siembra entre nosotros, en la Iglesia, en los otros Institutos y grupos eclesiales: todo esto ayuda el proceso de regeneración de las comunidades y de la misión, en beneficio de la gente a la que servimos.
Un límite es también pensar que la FP se termine con los momentos fuertes: ejercicios espirituales, retiros, asambleas, encuentros… olvidando que el partido verdadero se juega en lo ordinario del cotidiano y del día laborable, de donde los momentos fuertes reciben alimento y a los que éstos vuelven a dar energía.
- Hay además, una segunda dificultad: el grave error en el que se puede incurrir pensando que, cambiando de comunidad, de puesto, de personas; haciendo algo diverso, quizás un curso o una especialización en teología o pastoral o…, las cosas se arreglen. Pero, es también un “hacer cosas” que impide un madurar.
- Además, es fuerte la tentación (o ¿pecado?) de “huir, esconderse”, porque la empresa es comprometida, el cansancio mucho, muchas las injusticias y las sinrazones sufridas de las que llevo las señales, se está cansado de charlas y documentos, de encuentros y de asambleas, porque… al final cada uno continúa como antes y nada cambia. Llega entonces la resignación, si no propiamente la indiferencia, y se sigue adelante como se puede: “Yo estoy hecho así, siempre he actuado así, ¿por qué tendría que cambiar?” Pero, lo sabemos todos, huir no sirve.
- Las AC, por último, invitan a tomar conciencia de la dificultad de vivir la relación con los demás, favoreciendo la comunicación y la participación, el discernimiento y el proyecto comunitario. Falta la calidad de la comunicación; con frecuencia no compartimos la fe, sino sólo lo que hacemos. Si hay una buena comunicación, crece también la donación recíproca; si es al contrario, construimos las comunidades sólo como grupos de trabajo.

1.2 Formación Permanente y Formación de Base (FdB)
“La FP y la formación inicial se realizan creando en el sujeto la disponibilidad para dejarse moldear cada día de su vida” (AC ’03, 56). “La FdB está intrínsecamente ligada a la FP y a la vida del Instituto” (AC ’03, 63).

Resulta que una serie de dificultades está ligada a una “desunión” entre FdB y FP: Continúa todavía la idea tradicional de que la FdB es el tiempo de preparación a la consagración a Cristo para la misión, y la misión, como el tiempo de la realización, del don de sí sin ahorro. La FP se relega a la necesidad de volverse a cargar de vez en cuando, con tiempos fuertes de actualización y renova-ción, para volver a partir.
El Capítulo ha afirmado la necesidad de que las dos se unan.
Toda la formación, de por sí, es permanente. La FP recupera los valores adquiridos en la FB, en una relación de comienzo-continuación de un mismo camino de vida.
La FB pone los fundamentos de una actitud de conversión continua, cotidiana, ferial, siempre en camino. La FP nos permite ver y darnos cuenta si un muro está torcido y nos ayuda a ponerlo derecho, si es débil a reforzarlo, o si nos hemos parado porque estamos contentos de lo que se ha hecho hasta ahora, a volvernos a ponerse en camino.
En el centro de todo siempre debe estar Cristo y la Misión: la Misión depende de la formación y la formación de la Misión.
Hacer FP no es quitar tiempo y energías a la misión, sino hacer misión (RdV. 99.4). Aún más nos ayudará a nosotros y también a nuestros candidatos en Formación, porque… “nos sentimos por tanto co-responsables en la formación de nuestros candidatos, principalmente a través del testimonio de nuestra vida personal y comunitaria” (AC ’03, 63).


2. Llamados a la responsabilidad
Teniendo en cuenta todas estas dificultades, los capitulares han dirigido a cada uno de nosotros una invitación serena, pero urgente: “la renovación de las personas y de nuestro hacer misión” es una responsabilidad que todos debemos asumir gustosamente, para el bien que queremos para la Misión y el Instituto.

El Capítulo parte del hoy del’Instituto (AC ’03, 52), para invitar a todos a una triple responsabilidad:

1. Saber acoger algunos desafíos:
- dando mayor énfasis al ser misioneros que al hacer misión (AC ’03, 52.1)
- desarrollar el sentido de pertenencia al Instituto (AC ’03, 52.2)
- crecer en la pasión y la mística por la misión (AC ’03, 52.3)
- cultivar la estima recíproca y la amistad en nuestras relaciones (AC ’03, 52.4)
- capacidad de vivir la interculturalidad como don (AC ’03, 52.5)
- valorar la riqueza humana, espiritual y misionera de los hermanos ancianos y enfermos (AC ’03, 52.6).
2. Reforzar la identidad comboniana, en acoger la iniciativa de Dios como lo hizo Comboni (AC ’03, 53).
3. Dar testimonio con nuestra vida, poniendo la santidad como base de la vida y de la misión del Instituto (AC ’03, 54) y viviendo la comunidad como lugar de la experiencia de Dios y del encuentro con el otro (AC ’03, 55).

La responsabilidad primera es de la persona, después, de los superiores mayores y locales: sobre todos a estos es a los que el Capítulo ha pedido un esfuerzo coordinado (a nivel de continentes, pro-vincias y delegaciones, comunidades locales), para la elaboración de programas factibles de FP (AC ’03, 58-61; RV 100).

Recordemos la que el Señor Jesús nos ha dicho: “No os afanéis en acumular tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre corroen..,. acumulad tesoros en el cielo…”(Mt 6, 19-21).
Una comunidad que no hace FP podría correr el riesgo de ser una estupenda cabaña, hermosa ex-ternamente, pero con las maderas corroídas dentro por las termitas.
Estamos tomando conciencia de que la formación es un camino que dura toda una vida e interesa toda la persona. Tal actitud, si se cuida y se hace sólida en la FdB, refuerza y regenera en nosotros al hombre nuevo que acoge y comparte la vida y los sentimientos de Cristo, tras las huellas de Comboni, en servicio de los más pobres y marginados, entre los cuales y con los cuales hace causa común (AC ’03, 54.4).

3. Para la reflexión personal e comunitaria

La Palabra de Dios

Fil 2, 5-8 Se despojó de sí mismo, tomando la condición de Siervo
Ef 1, 3-10 En El tenemos la redención mediante su Sangre
Mt 6, 19-21 No os afanéis en acumular tesoros en la tierra
Lc 12, 32-48 Dichosos los siervos que el señor al venir los encuentre despiertos
Jn 3 Diálogo con Nicodemo
Jn 12, 20-32 Si el grano de trigo no muere, no da fruto

Mensaje de los Escritos de Comboni
S 2721 Ojos fijos en Jesucristo
S 6675 Santos y capaces: Oración y caridad
S 7246 Yo soy feliz en la Cruz
S 2648 Cenáculo de Apóstoles


Preguntas para la reflexión

§ ¿Qué hago para vivir en FP? ¿Tengo un programa personal de FP?
§ Como comunidad, ¿tenemos un proyecto de FP? ¿Qué podemos hacer para mejorarlo?
§ ¿Cómo muestro el rostro de Dios Trinidad en la comunidad y en la misión? ¿Cultivo la relación de comunión con los demás de la comunidad? ¿Participo mis dones con ellos?
§ En mi camino de FdB, ¿maduro en mí la actitud de sentirme en un camino de formación que durará toda la vida?


P. Michele Sardella Pio, mccj y P. Teresino Serra, mccj
Inserti Familia Comboniana - Septiembre 2004