Ya no creemos por lo que tú has contado.
Nosotros mismos lo hemos escuchado
y sabemos que éste es verdaderamente
el Salvador del mundo.
(Jn 4, 42)

97. La pluralidad de los campos de trabajo, de culturas y de contextos religiosos, así como las situaciones en cambio constante en las que vivimos son una continua fuente de desafío y de estímulos para renovar nuestra metodología comboniana. Ésta determina cómo y con qué medios realizar nuestro servicio misionero.

A) Acción e contemplación

98. En la vida concreta del misionero, el ser y el hacer son dos dimensiones que se desafían y se funden continuamente. En la programación personal y comunitaria cultivamos una visión contemplativa del apostolado y de la promoción humana, y una visión apostólica de todo el camino espiritual, evitando así el activismo desenfrenado y un espiritualismo desencarnado.

B) Ministerialidad y colaboración

En la comunidad comboniana
99. Los distintos ministerios interactúan de manera complementaria en la comunidad apostólica.
99.1 El ministerio de los Hermanos se orienta a la “edificación y crecimiento de la comunidad humana y cristiana” (RV 11.2) prestando una atención particular al desarrollo integral, justicia y paz y derechos humanos. Es por tanto un ministerio prevalentemente abierto a lo social, orientado a la transformación de la sociedad y a la animación de la comunidad cristiana.
Para alcanzar este objetivo, el ministerio social del Hermano exige tanto las características de la espiritualidad comboniana, como las capacidades técnicas y metodológicas necesarias para que su servicio profesional y social sean adecuados.
99.2 El ministerio de los presbíteros se orienta principalmente al nacimiento, crecimiento y animación de la comunidad cristiana por medio del servicio de la Palabra y la celebración de los sacramentos.
Típico papel del presbítero es el de valorizar y coordinar los carismas presentes en la comunidad, poniéndose al servicio de la salvación integral del Pueblo de Dios (RV 11.1).
99.3 “El ministerio de los Laicos Misioneros Combonianos es una participación en la actividad misionera de la Iglesia según el carisma del Fundador” (AC ’97 n. 83). Motivados por la fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia, ellos colaboran desde dentro en la transformación de las realidades seculares con los valores del Reino de Dios (cfr. AC ’97 n. 87).
Colaboramos en su promoción y formación y les ayudamos a alcanzar una mayor autosuficiencia.
99.4 Según el ejemplo de Comboni, la comunidad está llamada a valorar el papel y el ministerio de la mujer, particularmente el de las Misioneras Combonianas y las Seculares Combonianas (cf. Carta sobre la Colaboración para la Misión, 2002).
99.5 Con vistas a una mayor calidad y eficacia de la vida misionera, es esencial que el servicio de la autoridad se caracterice por estos elementos: un discernimiento comunitario, una atención a las riquezas multiculturales de la comunidad, la promoción de la colaboración que garantiza la subsidiaridad y la corresponsabilidad.

100. En la comunidad eclesial
100.1 Nuestra experiencia del Evangelio de Cristo y el carisma de Comboni en su expresión salvar África con África continúan invitándonos a reconocer la dignidad de la gente local como sujeto de su propia evangelización y transformación de la sociedad según los valores del Reino.
100.2 Debemos, por eso, renovar los esfuerzos para que, desde el inicio, la gente sea plenamente involucrada y comparta la responsabilidad de toda la acción misionera.
100.3 En la misma línea, debemos promover más decididamente las estructuras locales que preparen laicos y agentes pastorales para una participación cada vez más cualificada en la evangelización y promoción humana.
100.4 Queremos actuar sobre bases de corresponsabilidad con las comunidades eclesiales locales, los movimientos y otros organismos para que converjan y sean más eficaces todos los ministerios en favor del Reino.

C) Misión y economía

101. La economía es un importante sector de la vida humana y misionera. En un mundo dominado por el neoliberalismo, la economía es uno de los sectores de la vida menos evangelizados. Para poder dar un testimonio cada vez más auténtico nos comprometemos a:
101.1 utilizar nuestros recursos económicos al servicio de la misión en el respeto a los valores evangélicos (RV 30; 162);
101.2 informarnos adecuadamente para poder dar un juicio crítico y ético;
101.3 evitar formas de complicidad con un sistema económico que a menudo es responsable de gravísimas injusticias. En ciertas ocasiones, una denuncia explícita de estos mecanismos de muerte es necesaria. En todo el Instituto no aceptamos el uso de medios financieros que presenten problemas éticos;
101.4 animar a laicos comprometidos y competentes que sepan dar un corazón a un sistema que propone el lucro individual como valor absoluto e ignora la centralidad de la persona y del bien común.

Compartir para una cultura de comunión
102. El uso individualista de los bienes materiales es un obstáculo para vivir una visión comunitaria de misión. Para responder a este desafío:
102.1 sostenemos y animamos todas las formas de comunión de los bienes económicos a nivel comunitario, provincial y de todo el Instituto;
102.2 favorecemos la opción del Fondo Común a nivel provincial para buscar objetivos provinciales fruto de un discernimiento común.
El Fondo Común es una opción y una actitud de vida que, inspirándose en la primera comunidad cristiana (RV 27.3), exige la conversión del corazón y del estilo de vida;
102.3 nos comprometemos todos a buscar los medios necesarios para nuestra vida y nuestro servicio misionero;
102.4 buscamos formas de autofinanciación local, a nivel provincial y comunitario, para reducir las dependencia de ayudas provenientes del extranjero, recordando que nuestro trabajo y la confianza en la providencia siguen siendo las principales fuentes de sustentamiento para nuestras comunidades y actividades;
102.5 realizamos opciones en el campo de la economía a través del discernimiento comunitario y provincial, la evaluación pastoral y técnica, las necesidades reales de la Iglesia local y criterios de pobreza evangélica;
102.6 estudiamos criterios de transparencia para la administración de los bienes que se nos confían para la vida del Instituto y los proyectos de desarrollo;
102.7 examinamos y evaluamos críticamente la cualidad de los proyectos que promovemos, para favorecer un modelo de desarrollo sostenible y compatible con los recursos locales.

Autolimitación
103. Ante el consumismo de la sociedad, renovamos nuestra opción por la autolimitación de los bienes económicos (RV 164), como una expresión de la sequela Christi. Esta se traduce en:
103.1 una educación a la sobriedad y a la sencillez voluntarias (RV 164);
103.2 un uso sapiencial de las nuevas tecnologías informáticas, para entrar críticamente en la comunicación global, con medios proporcionados a la realidad local y a las necesidades pastorales;
103.3 una profunda reflexión sobre la posesión y el uso de estructuras grandes y costosas que, a veces, pueden constituir un anti-testimonio.

Cualificación y formación del personal
104. Para lograr el objetivo de un mejor servicio en este sector, subrayamos la necesidad de:
104.1 una amplia iniciativa de FP en el campo de la economía para aumentar la corresponsabilidad, la capacidad de leer los informes financieros y comprender los importantes cambios que están teniendo lugar en el Instituto y en la sociedad;
104.2 la preparación del personal para la administración económica del Instituto a nivel general y provincial.
El ecónomo se dedica, además de la revisión de la contabilidad, a la animación espiritual de la comunidad por medio de una reflexión sobre el tema de la pobreza y de la solidaridad, con el fin de dar a los bienes materiales un uso más apropiado para la misión;
104.3 una adecuada formación, durante el periodo del escolasticado y del CIFH, en el campo de la economía y del uso de los bienes, para educar a la responsabilidad y a la transparencia.

D) Animación Misionera

105. A través de la AM, que siempre ha sido parte integrante de nuestra identidad (cfr. AC ’97, 95-106), ayudamos a las Iglesias locales a abrirse a la dimensión misionera ad gentes y somos instrumento de comunión y participación entre todas las Iglesias (RV 72) como lo hizo desde el principio nuestro Fundador.
105.1 Enriquecemos nuestras Iglesias de origen con las riquezas y los desafíos culturales, religiosos y teológicos que recibimos de las comunidades cristianas que servimos.
105.2 El compromiso concreto por la justicia en el mundo es parte constitutiva de la misión (RM 58). Por esto, la AM incluye actitudes proféticas de denuncia y propuestas alternativas.
105.3 Usamos las nuevas oportunidades tecnológicas surgidas en el campo de las comunicaciones sociales (revistas, radio, TV, Internet). La publicación de numerosas revistas misioneras y la presencia en radio y TV, nos conduce a un renovado esfuerzo de actualización de nuestros medios.
105.4 Merece una atención especial el mundo de la informática, teniendo en cuenta las posibilidades existentes en las distintas partes del mundo.
105.5 Partiendo de las realidades sociales donde trabajamos, vemos la necesidad de contextualizar nuestra animación misionera estando atentos a la dimensión global. En este proceso los consejos continentales de AM son un instrumento cualificado de reflexión entre las provincias y dentro del continente.
105.6 La AM es servicio de evangelización y se conecta con el proceso catequético de cada Iglesia local.
105.7 Este sector se preocupará de colaborar con los organismos misioneros y vocacionales, diocesanos y locales, y de involucrar lo más posible a los laicos, tanto individuos como grupos.
105.8 Daniel Comboni nos ha enseñado que la atención a los bienhechores y amigos de nuestro Instituto es una manera cualificada de hacer AM que no puede descuidarse.

E) Iglesia local

106. Somos parte de la Iglesia local y nos ponemos a su servicio enriqueciéndola con nuestro carisma en actitud de fidelidad y de estímulo.

107. Participamos en el proyecto pastoral de la Iglesia local, caminando a su paso, aprendiendo humildemente de su experiencia y tradición y prestando mayor atención a lo que propone.

108. El verdadero espíritu misionero nos pide adoptar proyectos de evangelización que puedan ser continuados por la gente; asumir un estilo de vida sencillo y una pastoral con medios sobrios, evitando estructuras y programas que hagan difícil la autosuficiencia de las comunidades.

F) Inculturación

109. Cada uno de nosotros reconoce que su experiencia de Cristo está marcada por su cultura. Esto nos ayuda a colaborar en la inculturación del Evangelio en otros pueblos a la luz del misterio del Verbo, que se encarnó en una particular realidad humana.

110. El sujeto principal de este proceso es la Iglesia local, que asimila el acontecimiento de Cristo y lo expresa según su propio lenguaje, cultura y formas religiosas. Nosotros somos llamados a apoyar decididamente a cuantos trabajan en esta línea en la Iglesia local.

111. La inculturación exige de nosotros que nos comprometamos en el estudio de la lengua local y de la cultura con una actitud de estima y respeto.

112. Como personas interculturales, somos llamados a favorecer el discernimiento de los valores y contravalores de las culturas a la luz del Evangelio. Esta experiencia nos hace crecer como personas y como creyentes y nos invita a ser instrumentos de intercambio y de mutuo enriquecimiento entre las culturas en las que trabajamos.

G) Diálogo y anuncio en los contextos interreligiosos

113. Nuestra fe en un Dios que es Padre de toda la humanidad nos asegura que el Espíritu de Cristo nos precede y guía misteriosamente el camino de los pueblos (cfr. RM 28; 29; 55).
Ellos han desarrollado una gran variedad de expresiones religiosas, algunas más ligadas a un pueblo particular (Religiones Tradicionales Africanas, Religiones Indígenas e Afro in América), otras con carácter universalista (Islam, Budismo, Hinduismo). En estas tradiciones religiosas hay elementos que son fruto de la presencia del Espíritu de Cristo (RM 56; AG 41).
Por tanto, anunciamos el Evangelio con una actitud de profundo respeto y atenta escucha de los valores y de las experiencias religiosas concretas de la gente que encontramos.

114. La experiencia de hermanos que anuncian el Evangelio en contextos religiosos del Islam, del Oriente, de Las Religiones Tradicionales en África y América desafía al Instituto al diálogo y a descubrir el valor de un anuncio que se apoya exclusivamente en la fuerza del Evangelio.

115. Vemos la importancia de continuar con la especialización de algunos hermanos que puedan ayudarnos a desarrollar conocimientos y actitudes adecuados respecto a tradiciones religiosas de los pueblos en los que trabajamos (Islam, Religiones Tradicionales Africanas, otras tradiciones religiosas, teología del diálogo, antropología).

116. En ciertos contextos específicos, donde la presencia de la Iglesia es fuertemente minoritaria, las instituciones escolares siguen siendo un potencial para ayudar a crecer en la capacidad de dialogo, de acogida y de convivencia.

H) Criterios de provisionalidad

117. Entendemos la provisionalidad, característica esencial del servicio misionero (RV 71), como fruto de una programación con objetivos concretos, tiempos y metas precisas, en sintonía con los programas de la Iglesia local.

118. Esta exige una evaluación periódica y sistemática de nuestros compromisos y que tenga en cuenta la urgencia de servicio en otros campos más necesitados de nuestra presencia, la especificidad del carisma del Instituto, así como el bien de las personas y del Instituto.

119. Favorecemos estrategias de rotación que promuevan nuestra presencia misionera como un servicio prolongado y una realidad amada y desposada.

120. Como criterio general, desarrollamos programas y estructuras de evangelización y promoción humana hasta que la Iglesia local esté en grado de asumirla aunque sea de manera limitada.

I) Elementos de programación

Hermanos Combonianos
121. Se continuará el empeño para llegar al cambio de nuestra identidad jurídica y pasar de Instituto religioso clerical a Instituto religioso mixto (cf. RV 12).

122. En el n. 11.2 de la RV, se sustituirá la expresión “a través del ejercicio del trabajo profesional” con “a través del ejercicio de su ministerio específico”.

123. Vista la solicitud oficial del Tangaza College (Nairobi, Kenia), el CG está invitado a asumir la dirección del Social Ministry Institute en el transcurso de los próximos tres años, en colaboración con otros Institutos. La dirección será confiada preferentemente a los Hermanos.

124. El Hermano miembro del CP acompañará y animará a los Hermanos y tendrá los contactos necesarios con el Hermano Asistente General. En caso de que no haya un consejero Hermano, de acuerdo con el CP, los Hermanos elegirán a un Hermano como punto de referencia.

Laicos Misioneros Combonianos
125. Confirmamos la validez de la reflexión y de las propuestas del último Capítulo referentes a los LMC (AC ’97, 82-94)

126. Apoyamos el deseo de la comisión central de los LMC de emprender dos proyectos piloto en el período de los próximos seis años, uno en África y el otro en América; al igual que su propuesta de convocar la cuarta asamblea general de los LMC en el 2004.

Misión y economía
127. Siguiendo la indicación del Código de Derecho Canónico (CIC 1285; 1291), el Instituto de los MCCJ estará dotado con un Fondo Patrimonial a nivel de Instituto y de Provincia como garantía económica.
127.1 El Fondo Patrimonial Estable (FPE) es definido en el acto constitutivo de la provincia y delegación y estará constituido por bienes inmuebles que no pueden ser enajenados, disminuidos o puestos a riesgo.
127.2 Cualquier variación tiene que darse por autoridad del CG en diálogo con la Provincia.
127.3 El ecónomo general con su consejo está obligado a vigilar sobre la administración de los FPE de las provincias.
128. El Capítulo establece, para el próximo sexenio, los límites de los gastos extraordinarios (A) y los relativos a la contracción de deudas y enajenaciones de bienes inmuebles (B), como lo indica la RV n. 170 (cf. Apéndice n. 1).

Animación misionera
129. El Secretariado General de la AM, se haga cargo de animar y coordinar los consejos continentales de AM para:
129.1 la formación de los animadores a través de cursos a nivel continental que favorezcan una adecuada preparación;
129.2 la especialización de personal cualificado en el campo de los medios de comunicación social;
129.3 la elaboración de planes de difusión de las revistas y el incremento de las suscripciones;
129.4 la colaboración e intercambio de material entre las revistas.

130. En cada provincia habrá, al menos, un hermano a tiempo completo para el ministerio de la AM y que sea posiblemente el secretario provincial del sector.

131. Los Centros de Animación Misionera serán sostenidos con personal y medios adecuados, y donde no existan deberán establecerse.

132. Se actualice En las provincias la Carta de la Animación Misionera como punto de referencia e instrumento de continuidad para una programación eficaz.

RENOVARNOS EN LA METODOLOGIA MISIONERA