Roma, sábado 9 de junio 2012
Desde mi más tierna infancia me gustaba vivir al aire libre, sobre todo al romper el día. Había en ello un no sé qué de atrayente y fascinante, independientemente de las condiciones meteorológicas y de las estaciones del año. Más tarde comprendí que, de algún modo, Dios se me hace presente y me habla de un modo muy personal a través de la naturaleza, un modo que trasciende pensamientos y conceptos. La creación sigue siendo para mí la Palabra original de Dios musitada amorosamente. Cuando el salmista se goza porque “Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa” (Sal 84,11), mi pensamiento se eleva automáticamente a la inmensidad del universo. (JPIC - Justicia, paz e integridad de la creación)